/ jueves 26 de agosto de 2021

AFGANISTÁN: TIERRA DE ETNIAS Y GUERRA

El país con riquezas naturales, un negocio internacional de opio y una localización valorada en la geopolítica ha demostrado ser inconquistable, pero la disputa por el poder continua con grupos opositores a los talibanes.

"Afganistán es un país conformado por minorías étnicas, nadie es mayoría. Es un estado multicultural, de manera que necesita que el poder sea compartido: un acuerdo de poder compartido donde todos se vean en el poder" Dijo Ali Nazari, Jefe de relaciones Extranjeras del Frente de Resistencia Nacional de Afganistán (FRN) a la BBC.

FRN, fue fundado por Ahmad Massoud, hijo del héroe Ahmad Shah Massoud “el león de Panjshir”, que fue un guerrillero que lideró la resistencia contra la URSS, y que después de que el Talibán ganara la guerra civil fue el principal comandante de oposición en la “Alianza del Norte” hasta que fue asesinado en 2001, víctima de un atentado suicida el 9 de septiembre de 2001, cuando un supuesto periodista hizo estallar la bomba que llevaba en el interior de su cámara, durante una entrevista.

Actualmente el FRN ubicado en la región de Panjshir dijo estar listo para enfrentar nuevamente a los Talibanes, a los cuales ya han derrotado antes, pero que prefieren la paz y las negociaciones.

Por una parte, tenemos al FRN y por otra, el régimen Talibán: Los Talibanes están arraigados en las zonas rurales de la provincia de Kandahar, en la etnia pashtún en el sur del país. En 1996 declararon un Emirato Islámico e impusieron su estricta interpretación del Corán.

Después de los actos terroristas del 11 de septiembre, el presidente George W. Bush exigió a los talibanes que entregaran a Al Qaeda y a Bin Laden. Cuando los talibanes se rehusaron, Estados Unidos invadió el país con la ayuda de antiguos grupos muyahidines de la Alianza del Norte y terminaron derrocándolo.

La mayoría de los oficiales de Al Qaeda y de los talibanes huyeron a Pakistán pero ahora son parte de la delegación que negoció con EUA; el presidente Donald J. Trump acordó que las fuerzas estadounidenses abandonarían Afganistán a mediados de 2021 y Biden lo respaldó.

Muchas son las interrogantes de la decisión, pero lo que es verdad es que la popularidad de la causa disminuyó ante el saldo que la guerra dejó para EUA: más de 2400 vidas estadounidenses y dos billones de dólares, según el “Proyecto Costes de Guerra” de la Universidad de Brown.

Otro punto que preocupa al mundo occidental pero también a los propios habitantes del país es que los talibanes han prometido que las mujeres tendrán derechos “dentro de los límites de la ley islámica” lo cual deja abierto a múltiples interpretaciones. La sharía se basa en el Corán, en los relatos de la vida del profeta Mahoma y las decisiones de los académicos religiosos, su aplicación radical tendría como principales víctimas a las mujeres.

Además de la crisis de derechos humanos la crisis económica ya se hace presente, el valor de la moneda afgana está en caída libre mientras que la inflación se acelera, con especial preocupación en productos básicos; los servicios de transferencia bancaria han dejado de funcionar y los cajeros automáticos se están quedando sin efectivo, lo que significa para una economía que se ha basado en la ayuda exterior un desastre.

El país con riquezas naturales, un negocio internacional de opio y una localización valorada en la geopolítica ha demostrado ser inconquistable, pero la disputa por el poder continua con grupos opositores a los talibanes.

"Afganistán es un país conformado por minorías étnicas, nadie es mayoría. Es un estado multicultural, de manera que necesita que el poder sea compartido: un acuerdo de poder compartido donde todos se vean en el poder" Dijo Ali Nazari, Jefe de relaciones Extranjeras del Frente de Resistencia Nacional de Afganistán (FRN) a la BBC.

FRN, fue fundado por Ahmad Massoud, hijo del héroe Ahmad Shah Massoud “el león de Panjshir”, que fue un guerrillero que lideró la resistencia contra la URSS, y que después de que el Talibán ganara la guerra civil fue el principal comandante de oposición en la “Alianza del Norte” hasta que fue asesinado en 2001, víctima de un atentado suicida el 9 de septiembre de 2001, cuando un supuesto periodista hizo estallar la bomba que llevaba en el interior de su cámara, durante una entrevista.

Actualmente el FRN ubicado en la región de Panjshir dijo estar listo para enfrentar nuevamente a los Talibanes, a los cuales ya han derrotado antes, pero que prefieren la paz y las negociaciones.

Por una parte, tenemos al FRN y por otra, el régimen Talibán: Los Talibanes están arraigados en las zonas rurales de la provincia de Kandahar, en la etnia pashtún en el sur del país. En 1996 declararon un Emirato Islámico e impusieron su estricta interpretación del Corán.

Después de los actos terroristas del 11 de septiembre, el presidente George W. Bush exigió a los talibanes que entregaran a Al Qaeda y a Bin Laden. Cuando los talibanes se rehusaron, Estados Unidos invadió el país con la ayuda de antiguos grupos muyahidines de la Alianza del Norte y terminaron derrocándolo.

La mayoría de los oficiales de Al Qaeda y de los talibanes huyeron a Pakistán pero ahora son parte de la delegación que negoció con EUA; el presidente Donald J. Trump acordó que las fuerzas estadounidenses abandonarían Afganistán a mediados de 2021 y Biden lo respaldó.

Muchas son las interrogantes de la decisión, pero lo que es verdad es que la popularidad de la causa disminuyó ante el saldo que la guerra dejó para EUA: más de 2400 vidas estadounidenses y dos billones de dólares, según el “Proyecto Costes de Guerra” de la Universidad de Brown.

Otro punto que preocupa al mundo occidental pero también a los propios habitantes del país es que los talibanes han prometido que las mujeres tendrán derechos “dentro de los límites de la ley islámica” lo cual deja abierto a múltiples interpretaciones. La sharía se basa en el Corán, en los relatos de la vida del profeta Mahoma y las decisiones de los académicos religiosos, su aplicación radical tendría como principales víctimas a las mujeres.

Además de la crisis de derechos humanos la crisis económica ya se hace presente, el valor de la moneda afgana está en caída libre mientras que la inflación se acelera, con especial preocupación en productos básicos; los servicios de transferencia bancaria han dejado de funcionar y los cajeros automáticos se están quedando sin efectivo, lo que significa para una economía que se ha basado en la ayuda exterior un desastre.