/ miércoles 1 de abril de 2020

Botellas PET convertidas en cohetes espaciales

La curiosidad y el asombro del ser humano son actitudes que lo caracterizan como especie, y esas mismas lo llevan a crear, diseñar y experimentar con toda clase de inventos. Uno de los objetivos más buscados y competidos entre naciones y grupos de físicos, científicos, matemáticos, ingenieros y demás especialistas en las últimas décadas ha sido la exploración y la conquista del espacio; con ello, se han realizado numerosas pruebas y demostraciones ante las sociedades de lo que cada uno es capaz. Esto ha sido inspiración para científicos, jóvenes e incluso niños llenos de curiosidad por el espacio, llevando las competiciones de cohetes a un nivel amateur.

Desde 1960, en Japón y Escocia se llevaban a cabo los primeros concursos de cohetes de agua, importados desde Estados Unidos y Alemania. En 1980, se informó de los estudios realizados con cohetes de agua en Japón, percatándose también de sus aspectos pedagógicos. Sería hasta 1974 que en las competiciones de Estados Unidos se emplearían botellas de polietileno tereftalato (PET) para la fabricación de los prototipos voladores, y debido a su fama entre los competidores se convertiría en el material más utilizado para este fin. En la edición de agosto de 1983 de la revista “Mother Earth News” apareció el primer artículo de difusión respecto al uso de estas botellas para fabricar cohetes de agua.

En 2001, Inglaterra inició una competición llamada “Water Rocket Challenge”. Es a partir de esta cuando surgen más competencias en Europa, Asia y otros países de América.

En la actualidad países como Francia, Inglaterra, Escocia, Estados Unidos y Japón consideran el lanzamiento de cohetes hidropropulsados una tradición. Los modelos de cohetes son exhibidos en museos, escuelas, libros, revistas y blogs. Existen varios modelos de cohetes. Los principales son: los prototipos simples, que constan de una o dos botellas; los prototipos multifacéticos, con dos o más botellas activadas de forma consecutiva; y los prototipos agrupados o “cluster”, que integran muchas botellas que propulsan simultáneamente. Y de los cuales hemos podido probar algunos a través de experimentos desde nuestra escuela.

Demostrando así, una vez más, que la ciencia está cada vez más cerca de nosotros.

Tan cerca, que en algunos lugares realizan competencias que evalúan distintos rubros como la distancia de vuelo que puede lograr el cohete, o aspectos como la resistencia, el diseño, y la variedad y exactitud la de información que se puede obtener a través de él.

La mayoría de concursos exigen a menudo niveles técnicos muy altos, con lo cual los concursantes desarrollan su creatividad y habilidades técnicas que les ayudarán a proyectarse como auténticos ingenieros, científicos y especialistas aeronáuticos.

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