/ martes 17 de septiembre de 2024

El Segundo Maximato en México

En poco más de dos semanas, el primer mandatario dejará el cargo, y aunque mucho se ha dicho de los resultados obtenidos durante su gestión, nunca estará de más escribir sobre ello.

Debemos reconocer que la astucia es una de las principales cualidades del presidente y haciendo uso de la estrategia política divide et impera (divide y vencerás), logró dividir a los mexicanos en buenos y malos, pobres y ricos, transformadores y conservadores; en pocas palabras, ponernos unos contra otros.

Aunado a lo anterior, el uso de programas sociales que aparentemente pretendían lograr el equilibrio social, en realidad fueron utilizados fines electorales para asegurarse el apoyo popular, que sin tener la preparación adecuada y sin tener capacidad de análisis, vieron solo lo que él quería que vieran y recorrer la ruta que solo él les marcaba.

Si bien subió el salario mínimo, el costo de la canasta básica se incrementó muy por encima del punto de equilibrio, dejando a la población más empobrecida. Y del precio de la gasolina mejor no hablamos: no solo no cumplió su compromiso de volver al costo a $10.00 por litro, pero lo cierto es que actualmente el combustible está rondando los $25.00 por litro.

No criticaremos el programa de apoyos para adultos mayores, porque debemos de reconocer que es un sector de la población cada vez más creciente y abandonado, pero si es lamentable que los programas dirigidos a jóvenes no tengan otra intensión que acabar con sus aspiraciones y fomentar el conformismo, y con ello, retrasar el desarrollo del país. Es por ello por lo que hemos perdido competitividad a nivel global.

Durante su campaña, Andrés Manuel ofreció prioritariamente a la población luchar contra la inseguridad, así como erradicar la violencia y acabar la corrupción.

Los resultados saltan a la vista: si bien, en apariencia disminuyó el gasto corriente del gobierno, en realidad la austeridad republicana que tanto pregonó fue un espejismo que, sumado a un discurso demagógico, convenció a gran parte de la ciudadanía de que vivía con lo mínimo necesario.

Por otro lado, su gobierno será recordado como el más corrupto de la historia. Prácticamente todos los contratos del gobierno y sus dependencias fueron adjudicados de manera directa a amigos, familiares o a prestanombres de sus hijos, quienes sin hacer pública la fuente de sus ingresos, pasaron a vivir una vida de lujos que los más ricos del país podrían envidiar.

En cuanto a la seguridad y la violencia, el gobierno de López Obrador será recordado como el más violento e inseguro, sobre todo por la ineficacia de su estrategia “abrazos no balazos” que dejará como resultado más de 200 mil muertos y un crecimiento incontrolable del crimen organizado.

Finalmente recordaremos al presidente López Obrador como el mandatario que más veces violó las leyes porque como dijo alguna vez “no me salgan con que la ley es la ley”. Solo le faltó agregar, “por que la ley soy yo”

El primero de diciembre de 2019, en su mensaje a la nación con motivo de su primer informe de gobierno, el presidente López Obrador aseguró que en 2020 quedarían sentados los cimientos del nuevo régimen. Esto no ocurrió así, pero en 2024, contando con un congreso a modo y presionando o sobornando a opositores logró en ambas cámaras las reformas constitucionales para alcanzar la “transformación” de la República.

Estamos ante la posibilidad de que se consume el segundo Maximato de país cuando a partir del 1 de octubre, Claudia Sheinbaum asuma el cargo de titular del Poder Ejecutivo. Solo habrá que esperar a que la nueva presidenta reconozca a Andrés Manuel López Obrador como “el Jefe Máximo de la Transformación”.


En poco más de dos semanas, el primer mandatario dejará el cargo, y aunque mucho se ha dicho de los resultados obtenidos durante su gestión, nunca estará de más escribir sobre ello.

Debemos reconocer que la astucia es una de las principales cualidades del presidente y haciendo uso de la estrategia política divide et impera (divide y vencerás), logró dividir a los mexicanos en buenos y malos, pobres y ricos, transformadores y conservadores; en pocas palabras, ponernos unos contra otros.

Aunado a lo anterior, el uso de programas sociales que aparentemente pretendían lograr el equilibrio social, en realidad fueron utilizados fines electorales para asegurarse el apoyo popular, que sin tener la preparación adecuada y sin tener capacidad de análisis, vieron solo lo que él quería que vieran y recorrer la ruta que solo él les marcaba.

Si bien subió el salario mínimo, el costo de la canasta básica se incrementó muy por encima del punto de equilibrio, dejando a la población más empobrecida. Y del precio de la gasolina mejor no hablamos: no solo no cumplió su compromiso de volver al costo a $10.00 por litro, pero lo cierto es que actualmente el combustible está rondando los $25.00 por litro.

No criticaremos el programa de apoyos para adultos mayores, porque debemos de reconocer que es un sector de la población cada vez más creciente y abandonado, pero si es lamentable que los programas dirigidos a jóvenes no tengan otra intensión que acabar con sus aspiraciones y fomentar el conformismo, y con ello, retrasar el desarrollo del país. Es por ello por lo que hemos perdido competitividad a nivel global.

Durante su campaña, Andrés Manuel ofreció prioritariamente a la población luchar contra la inseguridad, así como erradicar la violencia y acabar la corrupción.

Los resultados saltan a la vista: si bien, en apariencia disminuyó el gasto corriente del gobierno, en realidad la austeridad republicana que tanto pregonó fue un espejismo que, sumado a un discurso demagógico, convenció a gran parte de la ciudadanía de que vivía con lo mínimo necesario.

Por otro lado, su gobierno será recordado como el más corrupto de la historia. Prácticamente todos los contratos del gobierno y sus dependencias fueron adjudicados de manera directa a amigos, familiares o a prestanombres de sus hijos, quienes sin hacer pública la fuente de sus ingresos, pasaron a vivir una vida de lujos que los más ricos del país podrían envidiar.

En cuanto a la seguridad y la violencia, el gobierno de López Obrador será recordado como el más violento e inseguro, sobre todo por la ineficacia de su estrategia “abrazos no balazos” que dejará como resultado más de 200 mil muertos y un crecimiento incontrolable del crimen organizado.

Finalmente recordaremos al presidente López Obrador como el mandatario que más veces violó las leyes porque como dijo alguna vez “no me salgan con que la ley es la ley”. Solo le faltó agregar, “por que la ley soy yo”

El primero de diciembre de 2019, en su mensaje a la nación con motivo de su primer informe de gobierno, el presidente López Obrador aseguró que en 2020 quedarían sentados los cimientos del nuevo régimen. Esto no ocurrió así, pero en 2024, contando con un congreso a modo y presionando o sobornando a opositores logró en ambas cámaras las reformas constitucionales para alcanzar la “transformación” de la República.

Estamos ante la posibilidad de que se consume el segundo Maximato de país cuando a partir del 1 de octubre, Claudia Sheinbaum asuma el cargo de titular del Poder Ejecutivo. Solo habrá que esperar a que la nueva presidenta reconozca a Andrés Manuel López Obrador como “el Jefe Máximo de la Transformación”.


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