En el Senado de la República hemos tenido como tema recurrente desde que iniciamos funciones la relación entre México y Estados Unidos de América, ya que uno de los primeros elementos que llegamos a atender fue la parte final del Tratado México – EUA – Canadá, en el que se involucran muchos aspectos que tienen en común estos tres países por razones geopolíticas.
En esa relación podemos hablar de empleos, economía, empresas, estrategias de seguridad y muchos tópicos que rigen una relación que, por la cercanía, son fundamentales, sobre todo si consideramos que nuestro vecino del norte es nuestro principal socio comercial, sin embargo, el tránsito migratorio es fundamental para entender una relación que va más alá de lo comercial y que exige un análisis sociológico y hasta antropológico, dada la movilidad de nuestras y nuestros paisanos a dicho país en búsqueda de mejores oportunidades.
El hecho de que de las y los latinos en ese país más del 60 por ciento sea de origen mexicano implica que la relación más allá de la comercial, es decir, tenga un componente seriamente humanitario, ya que el problema migratorio ha sido objeto de reuniones y estrategias por parte de ambos gobiernos en el entendido que, más allá de la importancia de la generación de oportunidades laborales y de bienestar general, habrá un paso importante hacia el norte por el simple hecho de la cercanía.
Hoy después de poco más de 18 meses por fin de abrió la frontera al tránsito terrestre debido a que la vacunación se ha propagado con cierto ritmo y los contagios por la pandemia han disminuido seriamente.
En las imágenes de la reapertura, además de los miles de vehículos que están tratando de acceder a los Estados Unidos de América, vemos el reencuentro de muchas familias que por la misma dinámica social están divididos entre la frontera de México y de EUA, de ahí la importancia de que se reabriera y se permitiera el ingreso a muchos connacionales que, además de todo, en ciudades como Tijuana, su fuente de ingresos, sus trabajos y el lugar donde comercian se encuentran en California.
Por otro lado, el enorme volumen de mercancías que fluye entre los tres países es primordial para la existencia de pequeñas, medianas y grandes empresas que, a final de cuentas, son el soporte económico de los países involucrados, por lo que pensar en que el beneficio sólo es para nuestro país sería limitativo del enorme intercambio que recibe el Gobierno de los EUA y las empresas de dicho país. Desde hace tiempo la relación comercial con nuestro vecino del norte ha fluido más allá de cualquier persona que encabece los gobiernos.
Las relaciones México – EUA se construyen desde la ciudadanía en una relación simbiótica que demuestra la hermandad de las naciones y los engranes que permiten fortalecer las finanzas y el comercio y, por encima de todo, las relaciones interpersonales que hemos sabido construir con las y los estadounidenses.