ACERVO
El Presidente de la República desde su llegada a la primera magistratura del país, ha llevado consigo un personalísimo estilo de ejercer el poder gubernamental, basado fundamentalmente en una sólida retórica discursiva, que sin duda alguna le ha valido constituirse como el presidente con mayor respaldo electoral de la historia moderna de México, con un estimado de 30 millones de votos que, si bien es cierto fueron mayoría en la pasada elección presidencial, sobre los 18 millones que eligieron a otras propuestas, también conforman un número poblacional por debajo de los casi 60 millones de electores que integran el padrón habilitado por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Lo importante después de todo este tiempo, es clarificar el amplio respaldo ciudadano de una base de mexicanas y mexicanos, que a lo largo de más de una década han seguido al hoy jefe del Ejecutivo, en cada elección y movimiento que ha emprendido.
Es por este contexto previamente referido, que la legitimidad presidencial, robustecida con una amplia mayoría en el H. Congreso de la Unión, no puede quedar sujeta a ningún tipo de regateo político, ni cuestionamiento social. Tenemos en los hechos, a un presidente respaldado y popular, luego entonces sería lo normal, que su ejercicio de gobierno estuviera siendo soportado por estos bastiones.
Todo ejercicio de gobierno va invariablemente ligado a una agenda de políticas públicas que den por materializados los objetivos, planes, proyectos, trazos, metas e intereses de una oferta política.
Hablando entonces de que el primer mandatario consolidó un proyecto ganador, mucho en parte por su participación previa en dos elecciones presidenciales, pero acumulado a su gestión como jefe de gobierno de la Ciudad de México, y como dirigente de cuando menos dos institutos políticos de izquierda, es que en el radar ciudadano y la denominada “comentocracia”, se dió por descontado, que el presidente traería consigo en su ejercicio de gobierno, una amplia y desarrollada agenda nacional para hacerle frente a todos los temas de interés en esta república.
Todo ciudadano mexicano espera de su clase gobernante, que, al momento de ejercer la función pública, patentice su oferta política y la desarrolle buscando el crecimiento sostenido de las condiciones sociales de nuestra tierra.
Es por eso, que a poco menos de un año del 1o de diciembre de 2018, en el que López Obrador asumió la presidencia, el ciudadano asume que el proyecto transformador lopezobradorista se encuentre en marcha en cada una de las regiones de nuestro país.
En la agenda social, hoy existen muchos temas de la mayor trascendencia pública, en temas de seguridad, desarrollo económico, salud, obra pública, derechos humanos, procuración de justicia, energía, agricultura, relaciones exteriores, entre muchos otros.
Por tanto, en una justa valoración, las y los mexicanos esperábamos que el actual régimen de gobierno, llegase con una agenda eficaz, ligada a conocimientos técnicos, a soluciones útiles y a rendición de cuentas claras. Sin embargo, queda la impresión manifiesta de que, en muchos casos, los hoy funcionarios federales han llegado a improvisar, esgrimiendo comentarios, análisis y argumentos, seguramente justos, pero que al momento de encausarlos se diluyen.