/ miércoles 19 de junio de 2024

Los mercados no rechazan reformas, buscan certidumbre

El tema del mercado de valores y las monedas en el mundo implican elementos más complejos de lo que parece. En los últimos días hemos visto como el peso frente al dólar ha perdido terreno en términos generales, sin embargo, la concepción de escenarios catastróficos no es cercanos a la realidad cuando las declaraciones de la próxima Presidente de México se han enfocado a devolver la confianza a inversionistas que saben que tendrán un gobierno estable y con atención de áreas prioritarias que generarán un escenarios más tranquilo e ideal para la inversión directa. Ni siquiera el tema de las reformas al Poder Judicial desestabilizaría a la economía a un grado preocupante, máxime que se trata de una reforma que propiciará la discusión y se prevé se debata en Parlamento Abierto con especialistas en la materia y miembros del ambiente académico a fin de lograr el resultado esperado.

Creer que un país no puede mover un ápice de sus instituciones con la finalidad de no alterar los mercados es un error. Justamente los grandes tambaleos financieros son la consecuencia de la advertencia de cambios profundos en un país, sin embargo, esos cambios no son en sí mismos un peligro, sino que, evidentemente, generan incertidumbre, circunstancia que es enemiga de la bolsa de valores.

Y la realidad es que la incertidumbre solamente se combate con certezas y con acciones concretas y medibles; no podemos olvidar que con el aumento al salario mínimo, la reacción bursátil también fue negativa bajo el esquema mediático de considerar que aumentar tanto esas remuneraciones implicaría un desfalco para las empresas que tendrían que hacer frente a esta nueva obligación.

Lo que sucedió en los hechos fue justo lo contrario, ya que una reforma que beneficia a las mayorías incentiva el consumo y propicia paz social, circunstancia que cualquier inversionista extranjero busca para mantener su dinero a salvo y con la posibilidad de tener buenos dividendos bajo la lógica de tener una sociedad más atendida y los problemas más serios atendidos en aras del beneficio común.

En este momento no existe reforma constitucional y, de hecho, para lograrla aún se tendrán que hacer alianzas y generar debate para concurrir en una mayoría indubitable, sobre todo porque todo indica que en el Senado de la República no habrá un grupo que obtenga mayoría calificada por sí mismo, por lo que, como todo parlamento, habrá que recurrir al diálogo y al convencimiento.

La intención de una reforma de gran calado, como las hubo en el sexenio anterior y el anterior a ese y el anterior a ese y el anterior a ese, es democratizar al país y generar mejores condiciones para todas y todos. No hay forma que se piense que se quiera afectar a la ciudadanía cuando lo que ha sucedido durante esta administración ha sido de forma técnica, mesurada y con respeto a los derechos existentes.

Debemos acostumbrar a los mercados que nuestro país es más que una crisis de percepción financiera y que, incluso, los cambios institucionales se deben provocar porque es un hecho que este país tiene serias deficiencias que deben atajarse, pero no sólo por encima, no sólo fingiendo que todo está mejor, sino realizando diagnósticos precisos del entramado institucional que permitan hacer cambios bien pensados y atendiendo al combate a la corrupción que, en estricto sentido, es un auténtico obstáculo para recibir más y mejores inversionistas.

Sí, hay que tomar con seriedad los indicadores financieros y bursátiles pero no hay que ponerlos por encima del bienestar social. Habremos de entrar todas y todos al debate del Poder Judicial como a muchos otros que se vendrán; defendamos con argumentos y con seriedad sin echar culpa de las crisis financieras, al final, este tipo de cosas vienen respaldados por una mayoría importante del pueblo de México que dio un voto de confianza pero no un cheque en blanco y que hoy más que nunca está más pendiente de sus circunstancias.


El tema del mercado de valores y las monedas en el mundo implican elementos más complejos de lo que parece. En los últimos días hemos visto como el peso frente al dólar ha perdido terreno en términos generales, sin embargo, la concepción de escenarios catastróficos no es cercanos a la realidad cuando las declaraciones de la próxima Presidente de México se han enfocado a devolver la confianza a inversionistas que saben que tendrán un gobierno estable y con atención de áreas prioritarias que generarán un escenarios más tranquilo e ideal para la inversión directa. Ni siquiera el tema de las reformas al Poder Judicial desestabilizaría a la economía a un grado preocupante, máxime que se trata de una reforma que propiciará la discusión y se prevé se debata en Parlamento Abierto con especialistas en la materia y miembros del ambiente académico a fin de lograr el resultado esperado.

Creer que un país no puede mover un ápice de sus instituciones con la finalidad de no alterar los mercados es un error. Justamente los grandes tambaleos financieros son la consecuencia de la advertencia de cambios profundos en un país, sin embargo, esos cambios no son en sí mismos un peligro, sino que, evidentemente, generan incertidumbre, circunstancia que es enemiga de la bolsa de valores.

Y la realidad es que la incertidumbre solamente se combate con certezas y con acciones concretas y medibles; no podemos olvidar que con el aumento al salario mínimo, la reacción bursátil también fue negativa bajo el esquema mediático de considerar que aumentar tanto esas remuneraciones implicaría un desfalco para las empresas que tendrían que hacer frente a esta nueva obligación.

Lo que sucedió en los hechos fue justo lo contrario, ya que una reforma que beneficia a las mayorías incentiva el consumo y propicia paz social, circunstancia que cualquier inversionista extranjero busca para mantener su dinero a salvo y con la posibilidad de tener buenos dividendos bajo la lógica de tener una sociedad más atendida y los problemas más serios atendidos en aras del beneficio común.

En este momento no existe reforma constitucional y, de hecho, para lograrla aún se tendrán que hacer alianzas y generar debate para concurrir en una mayoría indubitable, sobre todo porque todo indica que en el Senado de la República no habrá un grupo que obtenga mayoría calificada por sí mismo, por lo que, como todo parlamento, habrá que recurrir al diálogo y al convencimiento.

La intención de una reforma de gran calado, como las hubo en el sexenio anterior y el anterior a ese y el anterior a ese y el anterior a ese, es democratizar al país y generar mejores condiciones para todas y todos. No hay forma que se piense que se quiera afectar a la ciudadanía cuando lo que ha sucedido durante esta administración ha sido de forma técnica, mesurada y con respeto a los derechos existentes.

Debemos acostumbrar a los mercados que nuestro país es más que una crisis de percepción financiera y que, incluso, los cambios institucionales se deben provocar porque es un hecho que este país tiene serias deficiencias que deben atajarse, pero no sólo por encima, no sólo fingiendo que todo está mejor, sino realizando diagnósticos precisos del entramado institucional que permitan hacer cambios bien pensados y atendiendo al combate a la corrupción que, en estricto sentido, es un auténtico obstáculo para recibir más y mejores inversionistas.

Sí, hay que tomar con seriedad los indicadores financieros y bursátiles pero no hay que ponerlos por encima del bienestar social. Habremos de entrar todas y todos al debate del Poder Judicial como a muchos otros que se vendrán; defendamos con argumentos y con seriedad sin echar culpa de las crisis financieras, al final, este tipo de cosas vienen respaldados por una mayoría importante del pueblo de México que dio un voto de confianza pero no un cheque en blanco y que hoy más que nunca está más pendiente de sus circunstancias.