/ miércoles 26 de junio de 2024

Más apoyo a las MIPYMES para un crecimiento económico sostenido

Mañana se celebra a nivel mundial el Día Internacional de las microempresas y pequeñas y medianas empresas, conmemoración que surge, entre otras cosas a raíz del delineamiento de los Objetivos de Desarrollo de Milenio, ya que muchas de las metas económicas se encuentran aparejadas en la potenciación de dicho sector no sólo como una especie de buen propósito, sino porque, en la misma proporción, en México y en el mundo pueden considerarse el motor de la economía por el número de personas involucradas y los grandes intereses económicos que mueven pro la simple y sencilla razón de cargar sobre sus hombros la cotidianeidad del consumo y la confianza que representan para los clientes.

El papel que juegan esos pequeños negocios es fundamental para la economía y motivo suficiente para apoyarlas y potenciarlas en todo lo que necesitan, entendiendo que muchos de esos negocios son familiares dado el cambio de visión financiera de la administración actual, es decir, pasando de la atención a grandes corporativos a las empresas familiares que buscan obtener un sustento que beneficie a la comunidad completa.

Más del 90 por ciento de las empresas en el país son MiPyMes lo que genera un impacto financiero cercano al 50 por ciento del Producto Interno Bruto y, lo mejor y más importante de todo, dan trabajo a casi el 70 por ciento de las y los mexicanos (e incluso a hermanos de otras latitudes que buscan una oportunidad honesta de ganarse el pan) porque se convierten en los centros de consumo de bienes y servicios diario.

Es importante saber que las microempresas son las que tienen menos de 10 personas empleadas, las pequeñas de 10 a 100 y las empleadas entre 100 y 250 trabajadoras o trabajadores, siendo las primeras las que representan más del 97 por ciento dentro de este grupo, lo cual quiere decir que son emprendimientos de personas de ingresos para nada altos y que en ese negocio ponen sus esperanzas para obtener los recursos que les permitan vivir dignamente.

El problema de estas empresas es que su tiempo de vida es muy corto, ya que muchas de ellas ni siquiera logran llegar a los dos años de sobrevivencia debido a la complejidad del mercado, a la competencia con grandes empresas y a los pocos apoyos que prevalecen a pesar de los numerosos apoyos sociales que se han ido gestando en los últimos años.

Si bien estas empresas permiten una distribución de las cargas laborales de forma más equitativa y una identificación mayor con las marcas por parte de los empleados, además de que se vuelven el motor de las comunidades, colonias y hasta ciudades por estar muy cerca de sus consumidores, también sufren la falta de apoyos de empresas financieras y, sobre todo, el tiempo que tardan en hacerse de clientes, tiempo que no todas están dispuestas ni posibilitadas a soportar porque viven al día.

Lo anterior sin contar que, buena parte de lo que implica tener un negocio es una inversión lejos del discurso que se ha manejado de que con sólo querer se puede. Si bien la motivación y entrega a un proyecto es buena parte del manejo, la realidad es que lo material se desenvuelve en el día a día que no cualquiera puede sostener frente a los múltiples compromisos adquiridos.

Es curioso pero para fortalecer financieramente a nuestro país no hay que voltear precisamente a las grandes corporaciones porque ellas ya tienen un nicho muy claro y un camino recorrido además de soporte financiero, hay que voltear al pueblo trabajador, con ideas vanguardistas con una calidad de servicio envidiada por el mundo entero y que, además hacen que el crecimiento económico de esos pequeños negocios redunde en mejores condiciones para sus vecinos, amigos, paisanos, porque de ellos se valen para tener empleados.

Debemos voltear al apoyo a todas esas empresas, a incrementar los programas que permitan que puedan invertir en tecnología, en ampliaciones y en calidad, para que sigan siendo el motor de una de las economías más estables del planeta.


Mañana se celebra a nivel mundial el Día Internacional de las microempresas y pequeñas y medianas empresas, conmemoración que surge, entre otras cosas a raíz del delineamiento de los Objetivos de Desarrollo de Milenio, ya que muchas de las metas económicas se encuentran aparejadas en la potenciación de dicho sector no sólo como una especie de buen propósito, sino porque, en la misma proporción, en México y en el mundo pueden considerarse el motor de la economía por el número de personas involucradas y los grandes intereses económicos que mueven pro la simple y sencilla razón de cargar sobre sus hombros la cotidianeidad del consumo y la confianza que representan para los clientes.

El papel que juegan esos pequeños negocios es fundamental para la economía y motivo suficiente para apoyarlas y potenciarlas en todo lo que necesitan, entendiendo que muchos de esos negocios son familiares dado el cambio de visión financiera de la administración actual, es decir, pasando de la atención a grandes corporativos a las empresas familiares que buscan obtener un sustento que beneficie a la comunidad completa.

Más del 90 por ciento de las empresas en el país son MiPyMes lo que genera un impacto financiero cercano al 50 por ciento del Producto Interno Bruto y, lo mejor y más importante de todo, dan trabajo a casi el 70 por ciento de las y los mexicanos (e incluso a hermanos de otras latitudes que buscan una oportunidad honesta de ganarse el pan) porque se convierten en los centros de consumo de bienes y servicios diario.

Es importante saber que las microempresas son las que tienen menos de 10 personas empleadas, las pequeñas de 10 a 100 y las empleadas entre 100 y 250 trabajadoras o trabajadores, siendo las primeras las que representan más del 97 por ciento dentro de este grupo, lo cual quiere decir que son emprendimientos de personas de ingresos para nada altos y que en ese negocio ponen sus esperanzas para obtener los recursos que les permitan vivir dignamente.

El problema de estas empresas es que su tiempo de vida es muy corto, ya que muchas de ellas ni siquiera logran llegar a los dos años de sobrevivencia debido a la complejidad del mercado, a la competencia con grandes empresas y a los pocos apoyos que prevalecen a pesar de los numerosos apoyos sociales que se han ido gestando en los últimos años.

Si bien estas empresas permiten una distribución de las cargas laborales de forma más equitativa y una identificación mayor con las marcas por parte de los empleados, además de que se vuelven el motor de las comunidades, colonias y hasta ciudades por estar muy cerca de sus consumidores, también sufren la falta de apoyos de empresas financieras y, sobre todo, el tiempo que tardan en hacerse de clientes, tiempo que no todas están dispuestas ni posibilitadas a soportar porque viven al día.

Lo anterior sin contar que, buena parte de lo que implica tener un negocio es una inversión lejos del discurso que se ha manejado de que con sólo querer se puede. Si bien la motivación y entrega a un proyecto es buena parte del manejo, la realidad es que lo material se desenvuelve en el día a día que no cualquiera puede sostener frente a los múltiples compromisos adquiridos.

Es curioso pero para fortalecer financieramente a nuestro país no hay que voltear precisamente a las grandes corporaciones porque ellas ya tienen un nicho muy claro y un camino recorrido además de soporte financiero, hay que voltear al pueblo trabajador, con ideas vanguardistas con una calidad de servicio envidiada por el mundo entero y que, además hacen que el crecimiento económico de esos pequeños negocios redunde en mejores condiciones para sus vecinos, amigos, paisanos, porque de ellos se valen para tener empleados.

Debemos voltear al apoyo a todas esas empresas, a incrementar los programas que permitan que puedan invertir en tecnología, en ampliaciones y en calidad, para que sigan siendo el motor de una de las economías más estables del planeta.