“Izcozauhqui” o “Señor Amarillo”, es uno de los hallazgos arqueológicos más importantes sobre la cultura otomí y se encuentra en Acaxochitlan, Hidalgo.
En el 2009 mientras trabajaban en la elaboración de una zanja, en el montículo que se encuentra a un costado de la iglesia de Santa Ana Tzacuala, habitantes de la comunidad encontraron una ofrenda.
La ofrenda prehispánica está compuesta por cajetes trípodes, y una vasija antropomorfa de barro, que representa al “Señor Amarillo”, Izcozauhqui o dios del fuego.
El registro arqueológico de la pieza señala que “El Señor Amarillo” es una vasija antropomorfa de barro que representa a un anciano sedente, cuyo cuerpo es un recipiente cóncavo; conserva restos de pintura amarilla principalmente en el rostro.
Su cara es ovalada, los ojos diagonales en forma de “grano de café”; la nariz es recta y ancha, la boca oval aparece abierta; ostenta orejeras discoidales, y tiene una edad aproximada de 2500 años.
Conserva restos de pintura amarilla, blanca, azul, roja y negra. Una franja de barro aparece delimitando la parte superior que está formada por tres triángulos y la inferior, por una saliente a manera de visera trapezoidal con dos discos a los lados.
La pieza corresponde al Horizonte Preclásico Superior que se fecha entre 500 años a.C. y 100 años d.C.
El Preclásico Superior también llamado Formativo, ocurre cuando las sociedades prehispánicas han desarrollado la agricultura, la tecnología, la organización social, la religión y el urbanismo para dar lugar a la cultura Teotihuacana del Horizonte Clásico que floreció en Acaxochitlán del 100 d.C. al 750 d.C.
En el Horizonte preclásico y en el clásico, a esta deidad se le representa como un anciano sentado y con las piernas cruzadas, que sostiene en la cabeza o en la espalda un recipiente para el fuego.