/ miércoles 19 de abril de 2023

Andrés, de la Distrital a Tercera División

El originario de Santiago Tulantepec tuvo su primer partido como central.

Pasar del sector amateur al profesional en el arbitraje representa para el silbante, una diferencia en cuanto a las garantías que los protegen, ya que, desafortunadamente, prevalece la violencia hacia ellos, sobre todo con personas que no saben digerir una derrota.

Así lo considera el árbitro santiaguense Andrés Hernández, quien dio un paso importante en su carrera como silbante profesional, al dirigir su primer encuentro como central en un partido de Tercera División Profesional, el pasado fin de semana en el estadio Primero de Mayo de Tulancingo.

“Considero que del sector amateur (llano) al profesional, la principal diferencia son las garantías que nos protegen a los árbitros, desgraciadamente en todo el país sigue la violencia en contra nosotros, con personas que van más allá de perder un partido de fútbol”, señaló.

Reconoció que le ayudó mucho la experiencia en juegos amateurs, “en el ‘llano’ te forjas como árbitro de futbol, aprendes a sacar recursos, eres flexible con el reglamento, etc. Es indispensable que un árbitro cumpla un cierto tiempo en ligas amateur para poder formarse y dentro del sector profesional puedas aplicar los recursos aprendidos”.

Dijo que en el sector profesional la exigencia es demasiado alta, “constantemente nos estamos actualizando con las reglas de juego, tenemos charlas técnicas en las cuales discutimos los criterios de cada árbitro, aprendemos a manejar nuestras emociones dentro del terreno de juego y lo más importante es que nunca dejas de aprender”, aseguró.

Recordó que su primer partido oficial en la Liga Distrital de Tulancingo fue a los 18 años, actualmente cuenta con 24, “desde ese primer partido le tomé cariño a esta profesión”.

“Busqué la manera de prepararme mejor y encontré la Escuela Nacional de Árbitros (ENA) que cada año abren un curso para ser árbitros profesionales, preparadores físicos, entrenador de porteros y directores técnicos”.

“El curso dura un año, y lo tomé aun estando en pandemia y todo era manera digital, clases vía zoom principalmente, en ese momento seguía estudiando mi licenciatura y era pasarme días enteros pegados a la computadora, por la mañana tomaba mi curso de arbitraje y por la tarde la universidad”, concluyó.


Pasar del sector amateur al profesional en el arbitraje representa para el silbante, una diferencia en cuanto a las garantías que los protegen, ya que, desafortunadamente, prevalece la violencia hacia ellos, sobre todo con personas que no saben digerir una derrota.

Así lo considera el árbitro santiaguense Andrés Hernández, quien dio un paso importante en su carrera como silbante profesional, al dirigir su primer encuentro como central en un partido de Tercera División Profesional, el pasado fin de semana en el estadio Primero de Mayo de Tulancingo.

“Considero que del sector amateur (llano) al profesional, la principal diferencia son las garantías que nos protegen a los árbitros, desgraciadamente en todo el país sigue la violencia en contra nosotros, con personas que van más allá de perder un partido de fútbol”, señaló.

Reconoció que le ayudó mucho la experiencia en juegos amateurs, “en el ‘llano’ te forjas como árbitro de futbol, aprendes a sacar recursos, eres flexible con el reglamento, etc. Es indispensable que un árbitro cumpla un cierto tiempo en ligas amateur para poder formarse y dentro del sector profesional puedas aplicar los recursos aprendidos”.

Dijo que en el sector profesional la exigencia es demasiado alta, “constantemente nos estamos actualizando con las reglas de juego, tenemos charlas técnicas en las cuales discutimos los criterios de cada árbitro, aprendemos a manejar nuestras emociones dentro del terreno de juego y lo más importante es que nunca dejas de aprender”, aseguró.

Recordó que su primer partido oficial en la Liga Distrital de Tulancingo fue a los 18 años, actualmente cuenta con 24, “desde ese primer partido le tomé cariño a esta profesión”.

“Busqué la manera de prepararme mejor y encontré la Escuela Nacional de Árbitros (ENA) que cada año abren un curso para ser árbitros profesionales, preparadores físicos, entrenador de porteros y directores técnicos”.

“El curso dura un año, y lo tomé aun estando en pandemia y todo era manera digital, clases vía zoom principalmente, en ese momento seguía estudiando mi licenciatura y era pasarme días enteros pegados a la computadora, por la mañana tomaba mi curso de arbitraje y por la tarde la universidad”, concluyó.


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