/ lunes 26 de agosto de 2024

El Carnicero de Tulancingo enfrentó a grandes leyendas del pancracio

Salió a los 9 años de la comunidad de El Capulín para convertirse en uno de los mejores a nivel nacional

Sobre la calzada Hidalgo, a unos metros del crucero conocido como la “Y” o la “I Griega” en Tulancingo, vive el señor Venancio López Olmedo, con su esposa, hijas y nietas, y quien durante prácticamente 35 años se dedicó a la lucha libre con cuatro identidades, enfrentando a las máximas figuras del pancracio nacional, y actualmente es reconocido como El Carnicero de Tulancingo.

Fue a los 9 años de edad cuando salió de su natal comunidad, El Capulín, en el municipio de Cuautepec, pues tenía la inquietud de buscar un mejor nivel de vida. Prácticamente huyó de la pobreza.

A esa temprana edad se fue a la Ciudad de México, donde comenzó a trabajar con el propietario de una línea de autobuses a nivel nacional, don José Carbajal Noriega, con quien llegó recomendado por una de sus hermanas que trabajó con él.

Mientras se encontraba en la Ciudad de México, conoció un gimnasio donde entrenaban figuras como El Santo y Blue Demon, todos los “grandes” de la lucha libre, y fue como comenzó a prepararse para llegar al profesionalismo en ese deporte.

Empezó a entrenar de lleno en la lucha libre a los 18 años de edad, pero trabajaba como tablajero, tanto en la CDMX como en Tulancingo. Tuvo como maestro a Wagner, padre del Silver King y Dr. Wagner Jr.

“La lucha libre ya la traía en la sangre porque me gustaba mucho. Desde chamaco iba a las luchas y decía yo: algún día tengo que ser luchador y se me concedió, gracias a Dios y aquí estoy ya retirado”, narró en entrevista don Venancio López.

“En Tulancingo debuté en 1971, en la Arena Libertad. En ese momento luché contra Copetes Goldman, el Chamaco Robles, llevando de compañero a Pulgarcito de Tulancingo, quien también empezaba a luchar”.

Desde entonces y hasta el 2006 que se retiró, El Carnicero de Tulancingo enfrentó a figuras como: Mazambula, Zeus, Atila, Dory Dickson, Los Villanos, Los Brazos, Las Sombras de Plata, Rudy Reyna, El Exótico, César Valentino, Rey Mendoza, José Luis Mendieta, Coloso Colosetti, el Nazi, Ciclón Veloz, Karloff Lagarde, Black Shadow, Pepe Casas, Blue Demon, Astro Rey, Anibal, Huracán Ramírez, Tinieblas, Mil Máscaras, Canek, El Perro Aguayo, entre otros.

“Para mí era una satisfacción, nunca pensé llegar a esos niveles, fue difícil, muy difícil, me costó trabajo pero afortunadamente sabía yo el oficio, tanto tiempo que me llevé en eso, no cualquiera”, aseguró.

Dijo que en ese entonces, el ascenso de un luchador era dándose a conocer y por recomendación de los mismos compañeros con los empresarios y promotores. “Yo pertenezco a la Sección III de Pachuca, la única que hay en el estado de Hidalgo, y trabajaba para Promociones Mora, empresa que dirigía el finado Francisco Flores de Pachuca, de la Arena Afición”, recordó.

Gracias a su desempeño en el encordado, El Carnicero de Tulancingo recorrió prácticamente toda la república mexicana, visitando arenas importantes como la de Monterrey, Tuxtla Gutiérrez, Poza Rica, Papantla, Guadalajara, Puebla, Ixtlahuaca, Toluca, Cuernavaca, Acapulco, entre otros.

Obtuvo campeonatos como el de parejas a nivel nacional, fue campeón en peso medio a nivel nacional y estatal.

“La primer máscara que usé fue como El Carnicero Asesino, la máscara blanca, con la que luché un buen de tiempo hasta que la perdí; después me dieron oportunidad de enmascararse como El Mico; más tarde se enmascara como Príncipe Azul y al último me retiré luchando enmascarado como El Tirano I”. Las primeras máscaras las perdió contra Fishman y El Vagabundo.

“Tenía yo un negocio de carnicería aquí en el mercado, entonces debuté como El Carnicero Asesino, con mi bata blanca y batida de sangre, machete y el personaje completo”.

Reconoció que tenía un estilo sencillo, le gustaba la lucha a ras de lona, la lucha grecorromana, aunque tuvo también destellos aéreos.

“La lucha ha ido evolucionando, pero nunca como la de antes, la lucha actual es muy bonita, la han convertido en espectáculo, pero para eso también se necesita carisma, sabiduría… Muchas veces el buen luchador ni en cuenta lo toman, porque mucha gente, actualmente, ha revolucionado tanto la lucha libre que ya se acostumbraron a ver vuelos, que también son peligrosos porque varios se han matado”.

Recordó que en la Arena Revolución, haciendo pareja con Sangre India, enfrentaron Los Halcones Dorados, en esa lucha murió su compañero y fue suspendida la función.

“Al recibir unas patadas salió por las cuerdas y lamentablemente cayó de cabeza, por instinto se levantó pero volvió a caer y perdió la vida”, lamentó y recordó que otros luchadores han tenido este trágico final, como Oro, quien era el mayor de los Brazos, y el Hijo del Perro Aguayo.

Precisamente, recordó al Perro Aguayo como un luchador muy profesional, pues estaba bien físicamente y tenía todo lo que se requiere para la lucha libre profesional. “Era un buenazo, totalmente. Como otros luchadores buenos como Baby Face, El Signo, con quien perdí mi única cabellera y era de los Misioneros de la Muerte, además del Texano y Negro Navarro”.

“La lucha libre me dejó mucho. Económicamente me fue bien. En 1971 mi primer sueldo fue de 180 pesos, pero era un dineral para ese entonces; costaba el pasaje en el ADO de aquí a Poza Rica 1.50 y 2.00 pesos”.

“Últimamente me doy cuenta que hay muchos muchachos que quieren ser luchadores, aquí inclusive en Tulancingo hay elementos pero no profesionales. Entonces, lo que pasa es que se lastiman y no hay quien los apoye”, señaló.

Dijo que un luchador profesional tiene el amparo del Sindicato Único de Box y Lucha de la República Mexicana. No obstante, han surgido muchas empresas que no apoyan a sus luchadores en casos de lesiones.

“Yo me llegué a fracturar una rodilla y tuve apoyo del Sindicato, del empresario, aparte del seguro, así que, les recomiendo a los luchadores actuales que si les gusta, hagan lo posible por profesionalizarse, para tener este tipo de apoyo en caso de lesiones”.

Insistió en que el luchador debe contar con un respaldo, ya que actualmente hay empresas que contratan a luchadores profesionales para las luchas estelares, pero rellenan con luchadores locales, que a veces van por 100 o 200 pesos, o a veces por nada.

El Carnicero de Tulancingo tuvo como una de sus principales rivalidades deportivas a Baby Face, “un chaparrito que era demasiado bueno”, también el Signo, “luchadores de pantalones, que se ganaban su lugar por sus propios méritos”.

“La gente dice que nos ponemos de acuerdo para ver quién gana, pero ¿cómo? Yo luché contra japoneses que ni nos entendíamos, y había que demostrar lo que sabías como luchador. Esos dichos son falsos”, aseguró.

“Le doy gracias a la vida porque gracias a la lucha libre vivo hasta ahora honestamente, con mi familia; tengo amistades de sobra, de todo tipo. En ese entonces, después de las luchas había variedad, se presentaban artistas como Maribel Guardia, Rosy Mendoza, Lyn May, Irma Serrano, Mickey Laure, Julio Jaramillo, tuve la fortuna de codearme con ellos, puros recuerdos bonitos que ya no voy a volver a vivir”, concluyó.

Su principal satisfacción es que muchas personas aún lo ubican como “El Carnicero de Tulancingo”, y con ello se le ha homenajeado y ha recibido reconocimientos, como una de las leyendas del pancracio, además originario de la región de Tulancingo.

El pasado domingo 4 de Agosto don Venancio López Olmedo, también conocido como “El Carnicero de Tulancingo”, recibió un reconocimiento en la Feria de Los Angelitos, por su trayectoria como luchador profesional, orgullosamente Tulancinguense.

La entrega de dicho reconocimiento la hizo el Párroco del Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, el Padre Arturo Jiménez.


Sobre la calzada Hidalgo, a unos metros del crucero conocido como la “Y” o la “I Griega” en Tulancingo, vive el señor Venancio López Olmedo, con su esposa, hijas y nietas, y quien durante prácticamente 35 años se dedicó a la lucha libre con cuatro identidades, enfrentando a las máximas figuras del pancracio nacional, y actualmente es reconocido como El Carnicero de Tulancingo.

Fue a los 9 años de edad cuando salió de su natal comunidad, El Capulín, en el municipio de Cuautepec, pues tenía la inquietud de buscar un mejor nivel de vida. Prácticamente huyó de la pobreza.

A esa temprana edad se fue a la Ciudad de México, donde comenzó a trabajar con el propietario de una línea de autobuses a nivel nacional, don José Carbajal Noriega, con quien llegó recomendado por una de sus hermanas que trabajó con él.

Mientras se encontraba en la Ciudad de México, conoció un gimnasio donde entrenaban figuras como El Santo y Blue Demon, todos los “grandes” de la lucha libre, y fue como comenzó a prepararse para llegar al profesionalismo en ese deporte.

Empezó a entrenar de lleno en la lucha libre a los 18 años de edad, pero trabajaba como tablajero, tanto en la CDMX como en Tulancingo. Tuvo como maestro a Wagner, padre del Silver King y Dr. Wagner Jr.

“La lucha libre ya la traía en la sangre porque me gustaba mucho. Desde chamaco iba a las luchas y decía yo: algún día tengo que ser luchador y se me concedió, gracias a Dios y aquí estoy ya retirado”, narró en entrevista don Venancio López.

“En Tulancingo debuté en 1971, en la Arena Libertad. En ese momento luché contra Copetes Goldman, el Chamaco Robles, llevando de compañero a Pulgarcito de Tulancingo, quien también empezaba a luchar”.

Desde entonces y hasta el 2006 que se retiró, El Carnicero de Tulancingo enfrentó a figuras como: Mazambula, Zeus, Atila, Dory Dickson, Los Villanos, Los Brazos, Las Sombras de Plata, Rudy Reyna, El Exótico, César Valentino, Rey Mendoza, José Luis Mendieta, Coloso Colosetti, el Nazi, Ciclón Veloz, Karloff Lagarde, Black Shadow, Pepe Casas, Blue Demon, Astro Rey, Anibal, Huracán Ramírez, Tinieblas, Mil Máscaras, Canek, El Perro Aguayo, entre otros.

“Para mí era una satisfacción, nunca pensé llegar a esos niveles, fue difícil, muy difícil, me costó trabajo pero afortunadamente sabía yo el oficio, tanto tiempo que me llevé en eso, no cualquiera”, aseguró.

Dijo que en ese entonces, el ascenso de un luchador era dándose a conocer y por recomendación de los mismos compañeros con los empresarios y promotores. “Yo pertenezco a la Sección III de Pachuca, la única que hay en el estado de Hidalgo, y trabajaba para Promociones Mora, empresa que dirigía el finado Francisco Flores de Pachuca, de la Arena Afición”, recordó.

Gracias a su desempeño en el encordado, El Carnicero de Tulancingo recorrió prácticamente toda la república mexicana, visitando arenas importantes como la de Monterrey, Tuxtla Gutiérrez, Poza Rica, Papantla, Guadalajara, Puebla, Ixtlahuaca, Toluca, Cuernavaca, Acapulco, entre otros.

Obtuvo campeonatos como el de parejas a nivel nacional, fue campeón en peso medio a nivel nacional y estatal.

“La primer máscara que usé fue como El Carnicero Asesino, la máscara blanca, con la que luché un buen de tiempo hasta que la perdí; después me dieron oportunidad de enmascararse como El Mico; más tarde se enmascara como Príncipe Azul y al último me retiré luchando enmascarado como El Tirano I”. Las primeras máscaras las perdió contra Fishman y El Vagabundo.

“Tenía yo un negocio de carnicería aquí en el mercado, entonces debuté como El Carnicero Asesino, con mi bata blanca y batida de sangre, machete y el personaje completo”.

Reconoció que tenía un estilo sencillo, le gustaba la lucha a ras de lona, la lucha grecorromana, aunque tuvo también destellos aéreos.

“La lucha ha ido evolucionando, pero nunca como la de antes, la lucha actual es muy bonita, la han convertido en espectáculo, pero para eso también se necesita carisma, sabiduría… Muchas veces el buen luchador ni en cuenta lo toman, porque mucha gente, actualmente, ha revolucionado tanto la lucha libre que ya se acostumbraron a ver vuelos, que también son peligrosos porque varios se han matado”.

Recordó que en la Arena Revolución, haciendo pareja con Sangre India, enfrentaron Los Halcones Dorados, en esa lucha murió su compañero y fue suspendida la función.

“Al recibir unas patadas salió por las cuerdas y lamentablemente cayó de cabeza, por instinto se levantó pero volvió a caer y perdió la vida”, lamentó y recordó que otros luchadores han tenido este trágico final, como Oro, quien era el mayor de los Brazos, y el Hijo del Perro Aguayo.

Precisamente, recordó al Perro Aguayo como un luchador muy profesional, pues estaba bien físicamente y tenía todo lo que se requiere para la lucha libre profesional. “Era un buenazo, totalmente. Como otros luchadores buenos como Baby Face, El Signo, con quien perdí mi única cabellera y era de los Misioneros de la Muerte, además del Texano y Negro Navarro”.

“La lucha libre me dejó mucho. Económicamente me fue bien. En 1971 mi primer sueldo fue de 180 pesos, pero era un dineral para ese entonces; costaba el pasaje en el ADO de aquí a Poza Rica 1.50 y 2.00 pesos”.

“Últimamente me doy cuenta que hay muchos muchachos que quieren ser luchadores, aquí inclusive en Tulancingo hay elementos pero no profesionales. Entonces, lo que pasa es que se lastiman y no hay quien los apoye”, señaló.

Dijo que un luchador profesional tiene el amparo del Sindicato Único de Box y Lucha de la República Mexicana. No obstante, han surgido muchas empresas que no apoyan a sus luchadores en casos de lesiones.

“Yo me llegué a fracturar una rodilla y tuve apoyo del Sindicato, del empresario, aparte del seguro, así que, les recomiendo a los luchadores actuales que si les gusta, hagan lo posible por profesionalizarse, para tener este tipo de apoyo en caso de lesiones”.

Insistió en que el luchador debe contar con un respaldo, ya que actualmente hay empresas que contratan a luchadores profesionales para las luchas estelares, pero rellenan con luchadores locales, que a veces van por 100 o 200 pesos, o a veces por nada.

El Carnicero de Tulancingo tuvo como una de sus principales rivalidades deportivas a Baby Face, “un chaparrito que era demasiado bueno”, también el Signo, “luchadores de pantalones, que se ganaban su lugar por sus propios méritos”.

“La gente dice que nos ponemos de acuerdo para ver quién gana, pero ¿cómo? Yo luché contra japoneses que ni nos entendíamos, y había que demostrar lo que sabías como luchador. Esos dichos son falsos”, aseguró.

“Le doy gracias a la vida porque gracias a la lucha libre vivo hasta ahora honestamente, con mi familia; tengo amistades de sobra, de todo tipo. En ese entonces, después de las luchas había variedad, se presentaban artistas como Maribel Guardia, Rosy Mendoza, Lyn May, Irma Serrano, Mickey Laure, Julio Jaramillo, tuve la fortuna de codearme con ellos, puros recuerdos bonitos que ya no voy a volver a vivir”, concluyó.

Su principal satisfacción es que muchas personas aún lo ubican como “El Carnicero de Tulancingo”, y con ello se le ha homenajeado y ha recibido reconocimientos, como una de las leyendas del pancracio, además originario de la región de Tulancingo.

El pasado domingo 4 de Agosto don Venancio López Olmedo, también conocido como “El Carnicero de Tulancingo”, recibió un reconocimiento en la Feria de Los Angelitos, por su trayectoria como luchador profesional, orgullosamente Tulancinguense.

La entrega de dicho reconocimiento la hizo el Párroco del Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, el Padre Arturo Jiménez.


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