De la frase “consentido, pero ni en su casa, nadie lo quiere” y como provocación a la afición por la inclinación “poquito mucho” que tiene a los rudos, el réferi de lucha libre profesional originario de Tulancingo se hizo llamar “El Consentido”, es en la región quien más ha ejercido el oficio y ha trabajado en la mayor parte de las arenas del país.
Crescenciano Domínguez Islas es su nombre de pila, desde pequeño tuvo que trabajar como bolero: “junto con mi hermano iba los domingos a la arena Libertad, dábamos grasa y luego a la matiné, nos regresábamos a bolear y por la tarde de nuevo a la función; ahí fui conociendo a los luchadores, me gustaba mucho”.
Aunque su destino estaba marcado en otra vertiente; fue un tres de mayo de 1987 cuando acudió a ver una función amateur en la colonia Medias Tierras, no había réferi y lo invitaron a ejercer ese papel; para 1992 se hizo luchador llamándose Mano Asesina, entonces peleaba, se baja rápido del ring y se cambia para subir de nuevo sancionando la actuación de sus compañeros.
Entre una sonrisa franca y suspiros, El Consentido, quien se caracteriza por usar un guante largo color negro en la mano izquierda y se le reconoce por contar sobre la lona, aunque esté llena de los vidrios de las lámparas cuando es lucha extrema, aunque por ello tiene varias cicatrices; “no tengo la cuenta de cuantas funciones llevo, se pueden contar por cientos; desde Monterrey hasta Cancún, de Veracruz a Mazatlán, gracias a la empresa DTU”.
Desde 1993 es réferi profesional, cuanta con una licencia desde hace más de 15 años que lo avala la Comisión Nacional de ese gremio; sus conocimientos están basados en la experiencia de campo y al ser autodidacta del reglamento y las actualizaciones.
Su ídolo es “Fuerza Guerrera” por su estilo de lucha ruda, su fortuna es que varias veces ha trabajado con él, cumpliendo uno de sus máximos sueños; “El Consentido” es un ejemplo de trabajo, ha estado como empleado en fábrica, donde desafortunadamente perdió el dedo de una mano y actualmente se puede encontrar en el cruce conocido Miguel Hidalgo-Emiliano Zapata y Huapalcalco, donde oferta varios productos y hasta helados.
De nuevo su sonrisa estalla cuando comenta todos los recordatorios familiares que le hace el público, no obstante, reconoce que no ha sido agredió por la afición, si por los luchadores que se encienden cuando no le gusta la toma de sus decisiones: “vea mi frente cuántas, cortadas, aunque después seguimos como amigos”.
Su afición por la lucha libre la ha seguido su hijo Líder Boy.
Ha acumulado docenas de reconocimientos como réferi, económicamente no es muy valorado, aunque para su fortuna desde hace 12 años DTU es su fuerte por lo que se siente muy agradecido; a sus 54 años piensa seguir como réferi de la lucha libre “hasta que me aguanten”.