/ miércoles 10 de abril de 2019

Zudikey Rodríguez apunta a Japón 2020

Se presentó en el 2010 al Campeonato Iberoamericano, celebrado en España, donde logró su mejor tiempo y marca nacional en los 400 con vallas, con 56’’33 segundos.

La velocidad la hace luchar por sobrevivir a la tristeza, a las inconveniencias de la vida que le ha tocado sufrir, incluso con la pérdida de un hijo.

Corre y salta vallas, ni el dolor impide que Zudikey Rodríguez apague su sonrisa, su mirada angelical cuando llega al triunfo. Aromatiza humildad en cada pista de tartán en que se hace presente. Así es siempre la atleta.

“Todo lo hago dedicándoselo a Ethan, que se encuentra en el cielo. Siempre me he sabido levantar porque cuento con las personas indicadas. Hay tristeza, pero también muchas ilusiones”.

Alexa Moreno se queda con el cuarto lugar de Copa del Mundo en Doha

En su niñez jugaba basquetbol, corría y corría sin imaginarse en otro deporte. Además de que era líder, siempre perteneció a la escolta estudiantil. Así transcurrió un tiempo, antes de que un entrenador le viera cualidades para los 100 y 200 metros. Deporte que no conocía ni le agradaba, y a pesar de que comenzó a ganar preseas en la Olimpiada Nacional, solamente deseaba regresar de las competencias y volver nuevamente a tomar la pelota para encestarla en la canasta. Así, su cuerpo se fue convirtiendo en una metáfora del deporte, con el lema; "nunca rendirse".

Nacida en Valle de Bravo, se fue especializando en los 400 metros planos y 400 con vallas. Siempre con la mentalidad en la victoria. Pero también las lesiones se hicieron presentes en 2007, al lastimarse la rodilla en un accidente de auto. Parecía que eso detendría a la corredora, pero como el Ave Fénix, reaparece en 2008 para pertenecer al Relevo de 4x400 y representar a México en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

En ese tiempo tenía a su pequeño Ethan a su lado, además de unos vidrios incrustados en la cara por otro accidente sufrido. No importaba, la felicidad estaba en plenitud. Entonces llegó lo peor, mientras competía en la Olimpiada en Sonora, su hijo perdía la vida. La tristeza silenció esa sonrisa. Siendo deportista, estudiante, madre y ganadora de preseas, el destino le tenía preparado un día negro, opacando su figura en la pista de tartán.

Ese dolor lo fue superando nuevamente en la pista. Así, se presentó en el 2010 al Campeonato Iberoamericano, celebrado en España, donde logró su mejor tiempo y marca nacional en los 400 con vallas, con 56’’33 segundos. La alegría retornaba a su cara, a sus sueños, a la esperanza de seguir subiendo al podio.

Hasta que otra desgracia la invadió; en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez 2010, dio positivo de metilhexanamina, siendo suspendida de las competencias. Pero eso tampoco la detuvo, en 2014 se hizo presente en los Panamericanos de Guadalajara, ante el júbilo de mucha gente que conocía su historia. Entonces los ánimos regresaron, la voluntad del deporte le daba otra oportunidad y ella supo aprovecharla.

Ahora busca llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio. Su sonrisa brilla en cada pista de tartán y evento donde se presenta. Es admirada y querida y, cuando levanta la mirada hacia el cielo, son breves pausas que se da para dedicarle sus competencias al querido Ethan, que siempre estará en su mente y su corazón.

La velocidad la hace luchar por sobrevivir a la tristeza, a las inconveniencias de la vida que le ha tocado sufrir, incluso con la pérdida de un hijo.

Corre y salta vallas, ni el dolor impide que Zudikey Rodríguez apague su sonrisa, su mirada angelical cuando llega al triunfo. Aromatiza humildad en cada pista de tartán en que se hace presente. Así es siempre la atleta.

“Todo lo hago dedicándoselo a Ethan, que se encuentra en el cielo. Siempre me he sabido levantar porque cuento con las personas indicadas. Hay tristeza, pero también muchas ilusiones”.

Alexa Moreno se queda con el cuarto lugar de Copa del Mundo en Doha

En su niñez jugaba basquetbol, corría y corría sin imaginarse en otro deporte. Además de que era líder, siempre perteneció a la escolta estudiantil. Así transcurrió un tiempo, antes de que un entrenador le viera cualidades para los 100 y 200 metros. Deporte que no conocía ni le agradaba, y a pesar de que comenzó a ganar preseas en la Olimpiada Nacional, solamente deseaba regresar de las competencias y volver nuevamente a tomar la pelota para encestarla en la canasta. Así, su cuerpo se fue convirtiendo en una metáfora del deporte, con el lema; "nunca rendirse".

Nacida en Valle de Bravo, se fue especializando en los 400 metros planos y 400 con vallas. Siempre con la mentalidad en la victoria. Pero también las lesiones se hicieron presentes en 2007, al lastimarse la rodilla en un accidente de auto. Parecía que eso detendría a la corredora, pero como el Ave Fénix, reaparece en 2008 para pertenecer al Relevo de 4x400 y representar a México en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.

En ese tiempo tenía a su pequeño Ethan a su lado, además de unos vidrios incrustados en la cara por otro accidente sufrido. No importaba, la felicidad estaba en plenitud. Entonces llegó lo peor, mientras competía en la Olimpiada en Sonora, su hijo perdía la vida. La tristeza silenció esa sonrisa. Siendo deportista, estudiante, madre y ganadora de preseas, el destino le tenía preparado un día negro, opacando su figura en la pista de tartán.

Ese dolor lo fue superando nuevamente en la pista. Así, se presentó en el 2010 al Campeonato Iberoamericano, celebrado en España, donde logró su mejor tiempo y marca nacional en los 400 con vallas, con 56’’33 segundos. La alegría retornaba a su cara, a sus sueños, a la esperanza de seguir subiendo al podio.

Hasta que otra desgracia la invadió; en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez 2010, dio positivo de metilhexanamina, siendo suspendida de las competencias. Pero eso tampoco la detuvo, en 2014 se hizo presente en los Panamericanos de Guadalajara, ante el júbilo de mucha gente que conocía su historia. Entonces los ánimos regresaron, la voluntad del deporte le daba otra oportunidad y ella supo aprovecharla.

Ahora busca llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio. Su sonrisa brilla en cada pista de tartán y evento donde se presenta. Es admirada y querida y, cuando levanta la mirada hacia el cielo, son breves pausas que se da para dedicarle sus competencias al querido Ethan, que siempre estará en su mente y su corazón.

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