Se levanta todos los días, de lunes a domingo, a las seis de la mañana. Luego de arreglarse y armarse con su icónico sombrero, sube a su bicicleta y parte con destino a las oficinas de El Sol de Tulancingo, donde recoge ejemplares que venderá a lo largo de su jornada, la cual termina a las cuatro o cinco de la tarde.
Es don Marcelino, quien de sus 83 años de vida ha dedicado los últimos 13 para repartir el pulso informativo de la región en el Crucero de Acatlán, punto donde aprovecha la luz roja de los semáforos para abordar a los automovilistas o valientemente pararse en medio de los vehículos y echar el famoso grito de "¡El Sol!". Pese a su avanzada edad, su rostro da la impresión de alguien en plena lucidez, además de que su cuerpo no resiente a simple vista el implacable e inevitable paso de los años.
"Ando de aquí para allá, no me canso y se me hace una actividad que no me desgasta mucho. Me gusta", expresó durante la entrevista que le hicimos, mientras se sentaba en uno de los escalones de la que antes fuera una distribuidora textil. Con actitud jovial, afirmó que pese a vender periódicos de distintas editoriales, El Sol de Tulancingo "es el papá de todos", pues es el primero que le piden los transeúntes y conductores del transporte público. "Siempre me dicen, aunque yo les ofrezca otro, échame El Sol aunque me queme'"
Contó que decidió comenzar a vender el periódico cuando dejó de trabajar como velador en un fraccionamiento cercano, en el año 2010. Sin embargo, asegura que no volvería a ese tipo de empleo, pues lo considera de mayor riesgo que el actual, pese a que también en la labor de voceador ha tenido tragos amargos. Relató que en una ocasión un auto negro le hizo señas para acercarse y creyó que era para adquirir un diario. Ya ahí, se topó con tres individuos, dos mujeres y un hombre que intentaron amedrentarlo, pues además de mostrarle un arma de fuego le metieron la mano a sus bolsillos del pantalón para despojarlo de su ingreso.
"Les dije que yo no tengo dinero. Ellos dijeron que los voceadores tenemos mucho, pero cuando metieron la mano en mi bolsa solo sacaron diez pesos. Aquí sacamos lo del día, para un refresco o para un café; es como los patos: a veces nadan y a veces no tienen agua ni para beber. Así somos nosotros". Afortunadamente no pasó a mayores y es la única vez en que quisieron robarle. También reconoció que, aunque hasta el día de hoy no vuelve a su casa con ejemplares de sobra, la venta de los diarios impresos enfrenta las consecuencias del uso de celulares, aparatos que alejan de la lectura a las juventudes.
Así como don Marcelino, otras 16 personas en la región Tulancingo se dedican a la venta de diarios "a grito", oficio que se reconoce todos los años el 20 de abril, Día del Voceador. Esta conmemoración fue instituida en 1955 por el entonces presidente de México, Adolfo Ruiz Cortines, en reconocimiento al trabajo y los esfuerzo de aquellas personas que dan la nota del día de forma amena y oportuna, como voceras y voceros de los medios impresos del país.