Aunque las secuelas de un abuso sexual son una cuestión meramente personal y depende de diversas variables, hay algunas que son recurrentes, tales como enfermedades o infecciones y las afectaciones psicológicas, explicó Rafael Castelán Martínez, presidente de Servicios de Inclusión Integral y Derechos Humanos AC (Seiinac).
En entrevista para El Sol de Hidalgo, comentó que uno de los daños puede ser físico, porque puede haber infección en las partes genitales, derivado de tocamientos. Asimismo, está la cuestión psicológica, y explicó que las personas que viven un abuso sexual en ocasiones enfrentan “ansiedad, miedo, incluso hay quienes viven regresiones en la edad y cambios de comportamiento, se vuelven temperamentales”.
Rafael Castelán Martínez advirtió que con base en la cifras que se tienen, el 80 por ciento de los casos, el agresor es una persona cercana a la víctima, que pueden ser desde los hermanos, hermanas, los tíos, las tías, los abuelos, los padrastros, aunque aclaró que “no es generalizado”. Lo anterior, dijo, deriva en un tema de salud emocional, porque las personas son agredidas sexualmente por conocidos y por quien se supone debiera brindar protección.
Subrayó que hay tercer elemento y corresponde al “asunto estructural”, el cual es el que se cuestiona porque no se trabaja en cambiar la cultura de abuso, “nos hemos encontrado con casos de personas que los consideran una práctica sexual, e incluso una orientación sexual. Hay muchos que están privados de su libertad y manifiestan que si saldrían lo volverían a hacer”.