El estrés prolongado genera deficiencias de atención y alteraciones en el aprendizaje, y es más notorio en acciones cotidianas al tratar de recordar “a qué venía” o “dónde dejé el celular”, dijo Pilar Durán Hernández, neurobióloga de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
“A esto se suma un fenómeno que se está presentando, que es el ataque de pánico con un disparador que pueden ser preocupaciones como que mi padre y madre están enfermos, conseguir un tanque de oxígeno, sin contacto médico, ruidos o amenazas del ambiente; estímulos que pueden generar una crisis”, comentó.
Esto genera alteraciones como aprehensión, sudoración, baja de presión e interpretaciones catastróficas que llevan a una lucha cerebral, que los psicólogos y psiquiatras tratan con terapias de acompañamiento o conductuales para el saneamiento de procesos mentales, destacó la investigadora.
Al participar con la charla “El estrés en tiempos de la Covid-19” en el el ciclo de conferencias “Ciencia desde Ciencias”, Durán Hernández aseguró: las epidemias y pandemias, como las que afectan actualmente al mundo, no pueden ser estudiadas como fenómenos aislados de nosotros, sino como algo holístico que se refiere a lo relativo a un todo.
Durán Hernández refiere que debido a la hiperactividad cerebral las personas desarrollan distimia (estado depresivo), la cual se identifica por fatiga constante, malestar, falta de energía, irritabilidad y euforia. Para ello, sugirió reducir los estímulos lumínicos por la noche, ya que alteran la producción de melatonina, lo cual afecta el ciclo del sueño y vigilia; evitar las siestas durante el día o que sean mayores a 45 minutos; hacer ejercicio en la noche y no consumir cafeína y alimentos pesados.