De diecisiete años, trabajador, buen amigo y con el sueño de ser piloto aviador: así recordará la comunidad de La Palma a Horacio, según lo contó su madre, doña Martha Pérez, a escasos tres días de que falleciera su hijo tras haberse ahogado en las aguas de la laguna de Tecocomulco.
Fue el sábado cuando luego de que concluyeran las actividades paraescolares del Cobaeh de dicha localidad, Horacio se desvió de su regreso a casa para ir a recoger unas cosas que había prestado a otros alumnos. Ahí y al ver que su compañera se ahogaba tomó la decisión de lanzarse para salvarla. Ninguno salió con vida.
Así es como la señora relata una versión que le contaron testigos del hecho, compañeros del plantel educativo, de los cuales no se dieron nombres. De acuerdo con ella, los muchachos corrieron a llamar a las autoridades en cuanto notaron que algo iba mal y que no salía ninguno del agua.
La teoría es simple: Horacio en su afán por ayudar, se metió al jagüey sin saber nadar; la muchacha en su desesperación por oxígeno, terminó por hundirlos a ambos. Tarde, debido a la dificultad para encontrar red telefónica en el pueblo, arribaron los servicios de emergencia de Protección Civil para intentar rescatar al par de jóvenes.
No obstante, pobladores contaron que los paramédicos solo daban vueltas e intentaban comunicarse por teléfono en lugar de sacar los cuerpos. Esto despertó la ansiedad de pescadores que atestiguaron el hecho, quienes se treparon a sus lanchas y comenzaron a buscar entre el fango y maleza características de la laguna.
Doña Martha llegó al lugar más o menos en este momento, cuando el cuerpo de su muchacho ya estaba fuera, sobre la yerba.