Ya pocos monumentos para el sepulcro realiza Erick López, quien tiene años en el oficio de hacer piezas funerarias en la región Tulancingo. Dice que tradicionalmente la gente acostumbraba a contratar sus servicios de artesano de lápidas, pero por la pandemia los familiares de fallecidos optan por la cremación.
Agrega que ha tenido que modificar su área de trabajo, pues aunque desde hace tiempo hacía urnas, ahora la cantidad es mayor que en antaño.
“Recuerdo bien que hasta hace unos 15 años la gente decía que prefería que lo enterraran, incluso una vez llegó un señor que mandó a hacer su lápida en vida, pero los tiempos cambiaron, y el Covid-19 ha llevado a la incineración”.
Y aunque se pueden sepultar los cuerpos con base a los lineamientos establecidos, la gente opta por contratar el servicio de cremación, precisa. Erick dice que hay funerarias que ofrecen las urnas como parte del servicio a los deudos, sin embargo, hay quien todavía llega con él o con el resto de sus compañeros, por alguna urna en especial.
Él es uno de los cinco talladores ubicados en las inmediaciones del panteón municipal San Miguel de Tulancingo. Asevera que las elabora a base de granito o mármol, no así de lámina o de madera conocida como MDF con las que suelen vender en las funerarias, añade el entrevistado. “Aunque también las puedo hacer, pero la gente quiere algo que dure para siempre y donde estará su familiar”
“Se les ofrecen urnas o nichos para depositar los restos áridos o las cenizas; también incluso algunas placas donde va la inscripción del finado o alguna frase que la familia quiere sobre ella. Es decir, el epitafio”.
Entre los mil y hasta 3 mil pesos podría costar una urna de mármol o granito, depende el tamaño, el diseño y lo que lleve de inscripción, finaliza.