Momentos de intensa desesperación y angustia son los que atravesó Ascensión Hernández y su familia, luego de que pasaron casi 24 horas en las que no supieron de él y en las que ya lo daban por desaparecido. A Ascensión, de 36 años de edad y originario de Acaxochitlán, lo bajaron a mano armada de su tráiler, lo amarraron y arrojaron a una zanja entre el monte, boca abajo y luego de que lo obligaron a ingerir un líquido que probablemente lo desorientó y atrofió sus sentidos.
Contó en entrevista que todo ocurrió la madrugada del domingo 21 de enero, cuando regresaba por la carretera Tulancingo-Acaxochitlán y se detuvo momentáneamente a comprar un encendedor en la gasolinera de San Alejo, todavía en territorio tulancinguense.
Él recuerda que en ese momento, otro vehículo tipo jaula se estacionó abruptamente detrás de su tractocamión y luego un sujeto se postró ante él, amenazándolo con un arma de fuego “tipo escuadra”.
“Ya no me bajé porque en ese lapso una jaula se paró y se echó de reversa, en ese momento llega una persona que me baja del camión y me sube a un coche. Me metieron al asiento trasero de un coche y perdí la noción”, relata con plena lucidez. En el trayecto no lo golpearon, solo cuenta que pudo notar que los artífices se movieron con dirección a Acaxochitlán y después le dieron a beber algo que le dijeron “era agua”, además de mencionarle que no querían nada con él, pues “me repetían que solo les interesaba el camión, pero a mí me fueron a aventar a una zanja muy apretada, parecía que la habían mandado a hacer”.
En este angosto espacio lo dejaron, con la cara contra la fría tierra del monte y con las manos maniatadas a su espalda. Aunque admite que estaba desorientado y que por un momento perdió la noción del tiempo, sí recuerda que se mantuvo en la misma posición toda la noche y parte del día, largas horas en las que soportó la lluvia, el frío y la incertidumbre. Mientras todo esto pasaba, su familia en Acaxochitlán vivía momentos estresantes, temores que se acrecentaron cerca de las 08:50 de la mañana del domingo, cuando hallaron su camión sobre la carretera, mal orillado, intacto, pero sin Ascención.
Familiares contaron que la unidad la encontraron casi a la altura de la localidad de Santiago Tepepa, sobre el kilómetro 116.2 de la carretera federal México-Tuxpan. Tenía el cofre abierto, pero no le faltaba nada. Testigos aseguraron que del camión descendió un varón que llevaba un garrafón, pero nada más, por supuesto huyó. Todo esto no eran más que focos rojos para la familia, quienes de inmediato compartieron un mensaje en redes sociales y grupos vecinales de mensajería, en aras de facilitar la búsqueda y dar lo más pronto posible con Ascención.
“Pido de su apoyo, mi hermano está desaparecido (...) por favor si alguien lo ve, ayúdenlo. Su familia lo espera”, se leía en el texto. La fría mañana acaxochiteca hizo que no muy lejos de donde encontraron su camión, aproximadamente a unos 4 kilómetros y medio, el cuerpo de Ascención comenzara a temblar.
“Como que me relajé. Me habían dado de tomar agua, pero en ese momento y por el susto, la boca no tenía sabor, no supe si tenía algo. Prácticamente todo el tiempo estuve consciente, se me hizo poco tiempo porque tal vez me dormí o perdía la fuerza, pero comencé a luchar por soltarme cuando sentí que ya se estaba poniendo oscuro de nuevo”
Fue ahí que se sacudió como pudo para voltearse, algo que se complicó porque la zanja era muy reducida, así la describe él, “sentía que me apretaba”. Logró soltarse y todavía desorientado, caminó a través del monte, pese a que no sabía dónde estaba: “caminé yo por el monte y fui a dar a un pueblito que se llama Tepepa, pregunté y me dijeron que mejor me bajara a la autopista. Dije, apoco está cerca la autopista, entonces llegué a la pista y caminé y caminé y caminé hasta llegar a mi domicilio”
Con poca fuerza, lleno de tierra y lodo, desorientado, pero con ganas de rescatarse a sí mismo, Ascención llegó a su casa al pulso de las 10:30 horas de la noche del domingo, luego de haber caminado aproximadamente 3 horas y media, estiman sus familiares. “Cuando me vieron fue como si vieran aparecer a un muerto”, cuenta con voz entrecortada.
“Hay que exigir mayor seguridad en todo el transporte, no es porque lo haya yo vivido, pero tanta inseguridad. Gracias a Dios estoy bien (...) Lo único que quería era llegar a mi casa, porque nadie me tendió la mano, nadie”, expresa.
Ascención manifiesta que este episodio definitivamente lo cambió, pues en el tiempo que lleva en las carreteras jamás había vivido en carne propia una situación parecida. Por ese motivo es que desde que llegó el domingo a su casa y hasta las más recientes horas, se mantiene en reflexión personal. Decidirá si quiere continuar por esta senda o si termina de una vez con su trayectoria de 17 años como trailero, pues está considerando desertar luego de que prácticamente, casi lo entierran vivo.