Cada capilla o iglesia por más módica se sea tiene un campanario que el punto más alto de una obra arquitectónica y de ingeniería civil religiosa, en esta parte se coloca la campana la cual se utiliza para llamar a misa, o cuando se anuncia la muerte de algún miembro de la comunidad.
Los campaneros como se les conoce de manera local, son personas que le han perdido el miedo a las alturas, ya que se tienen que subir decenas de metros hacia el cielo, lejos de tierra, esta actividad no es para los que sufren de vértigo.
Los campanarios se ubican en las alturas para que el sonido producido por el repique de las campanas se escuche en todo el pueblo, y el mensaje llegue a todos los habitantes.
El repicar de las campanas puede anunciar alegría o pena
El llamado de los campaneros puede anunciar fiesta, alegría, dolor o pena, todo depende el numero de repiques y los intervalos entre cada uno de los campanazos.
Cuando llega el momento de despedir alguien, en las comunidades del Valle del Mezquital, la primer actividad es visitar al campanero para que anuncie el deceso; esta actividad no tiene un pago fijo, es más la nobleza de las personas al gratificar a los campaneros.
Algunas familias les brindan comida, bebida, o un pago módico, como agradecimiento a su labor, la cual se ve y se siente en cada melodía que sale del repique de las campanas.
Un campanero, sin miedo a las alturas
Para ser campanero se tiene que perder el miedo a las alturas, así como resistir el sonido que provoca cada golpe de campana, por lo que algunos campaneros utilizan tapa oídos para que el sonido no perjudique el sentido de la escucha.
Mario Escamilla conocido como “Marroquin”, es un campanero de Chilcuautla, él explicó que los llamados a misa son dos repiques seguidos por uno corto, y así consecutivamente, con ello se logra una armonía en el sonido, mientras que el llamado de difunto con sonidos fuertes con intervalos largos.