/ lunes 13 de mayo de 2024

Casa Zenteno, de bunker cristero a hotel 

Fundada a finales del siglo XIX, fungió como fábrica de sopa, de refresco, fue botica y hasta un cuartel para católicos

Ubicada en el corazón del Primer Pueblo Mágico de México, Huasca de Ocampo, Casa Zenteno es hoy uno de los hoteles más llamativos por su característico estilo tradicional y porque pertenece a la misma familia por generaciones, lo que lo convirtió en uno de los recintos con mayor historia de la demarcación.

Así como la gran mayoría de las casonas y haciendas del municipio, esta propiedad fue fundada por una familia proveniente de España y a lo largo del tiempo ha sido fábrica de fideos, botica, fábrica de tejas e incluso sirvió como cuartel de católicos durante la Guerra Cristera de la década de 1920. Aquí, se celebraban misas de forma clandestina e incluso se rumora que un túnel conecta esta casa con la parroquia de San Juan Bautista, también en el centro de la cabecera.

Los Zenteno, de las primeras familias españolas en Huasca

Según contó el cronista municipal de Huasca, Andrés Oliver, los orígenes de tal linaje se remontan a algun punto del siglo XVIII, pues los Zenteno son de las primeras familias que llegaron desde España para asentarse en Huasca y trabajar junto con Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla.

Aquí, ellos se encargaban primeramente de transportar los minerales y metales preciosos que se extraían en las minas que el Conde tenía en Pachuca y en Mineral del Monte (el Real), así como de Omitlán y demás regiones de lo que hoy se conoce como Corredor de la Montaña.

A bordo de bestias, la familia Zenteno se encargó de transportar los materiales a través de la montaña hasta llegar a las haciendas de San Miguel o Santa María, donde se depositaban y resguardaban.

En ese sentido, “la familia Zenteno movía mucho la vida social y política de Huasca” durante un tiempo considerable del siglo XIX y luego de la muerte del Conde de Regla. Ellos fundaron entonces su casa en el centro del poblado, casi frente a la iglesia de San Juan Bautista:

“Estaba en la Plaza Ocampo, se decía que era una casa preciosa y de gran lujo, pues los espejos y los cuadros eran de oro puro. Desde siempre fue un punto muy conocido porque está en el portal principal, que era un lugar de paso para los arrieros que iban a alcanzar el tren a Apulco”, apuntó el cronista.

“Poco a poco varias personas fueron llevándose las riquezas de la casa porque vendían los cuadros, decían que se llevaban una parte para hacerle estudios y comprobar que sí era oro; por partes fueron llevándose todo”.

Fue una fábrica de sopa y un refugio para durante la Guerra Cristera

Con los años y la llegada de la modernidad a nuestro país, este sitio se convirtió en una fábrica de sopa, razón por la que se le llamó “la fidería” durante mucho tiempo. Luego se volvió una fábrica de gaseosas y también en la botica del pueblo, es decir, un establecimiento en donde se vendían y preparaban medicamentos de forma artesanal.

Sin embargo, otro de los puntos más álgidos llegó en la segunda mitad de la década de 1920, pues vivió los efectos de persecución que ocurrieron durante la llamada Guerra Cristera en nuestro país.

Como fruto del pensamiento anticlerical que derivó de la Revolución Mexicana tras el Porfiriato, el entonces presidente de México, Plutarco Elías Calles, emitió una modificación al Código Penal en el que se limitaban las manifestaciones religiosas con el fin de suprimir la influencia y poder de la Iglesia Católica en la vida pública de nuestro país.

Conocido como la “Ley Calles”, dicho documento provocó radicalismos en diversos estados, algunos en favor de la libertad de culto y otros tantos que condenaban todo tipo de expresión de fe.

Este suceso llevó a nuestro país a una persecución cristiana que se extendió por diferentes regiones, una de ellas Huasca. Dada la efervescencia católica que caracterizaba a la familia Zenteno, ofrecieron su domicilio para que fungiera como centro ceremonial clandestino, en el cual se celebraron misas de 1926 a 1929; según rumores extraoficiales, incluso se cavó un túnel que conecta la parroquia de San Juan y que lleva hasta la Casa Zenteno, un salvoconducto que resguardaba a los religiosos durante las épocas de adversidad. A mediados del siglo XX, la casa fue oficialmente cerrada.

Casa Zenteno, el hotel

Tiempo después y con menor reflector se fundó aquí la fábrica de tejas antes mencionada y también una tienda, aunque fue hasta tiempos recientes que recobró su relevancia luego de que los descendientes de la dinastía Zenteno se dispusieran a acondicionar y remodelar el sitio para así convertirla en un hotel tipo boutique.

Ofrecen hospedaje de lujo, con amenidades propias del turismo campirano y fácil acceso a los principales atractivos turísticos de la región.

Para llegar no hay pierde: basta con dirigirse al centro de la cabecera municipal y ubicar la Plaza Ocampo. Cualquier transeúnte podría indicar dónde está la Casa Zenteno, pero es fácil de encontrar porque está detrás de los portales principales y tiene un letrero con su nombre, hecho de madera tallada y que cuelga a vista de todos en este pasillo comercial.


Ubicada en el corazón del Primer Pueblo Mágico de México, Huasca de Ocampo, Casa Zenteno es hoy uno de los hoteles más llamativos por su característico estilo tradicional y porque pertenece a la misma familia por generaciones, lo que lo convirtió en uno de los recintos con mayor historia de la demarcación.

Así como la gran mayoría de las casonas y haciendas del municipio, esta propiedad fue fundada por una familia proveniente de España y a lo largo del tiempo ha sido fábrica de fideos, botica, fábrica de tejas e incluso sirvió como cuartel de católicos durante la Guerra Cristera de la década de 1920. Aquí, se celebraban misas de forma clandestina e incluso se rumora que un túnel conecta esta casa con la parroquia de San Juan Bautista, también en el centro de la cabecera.

Los Zenteno, de las primeras familias españolas en Huasca

Según contó el cronista municipal de Huasca, Andrés Oliver, los orígenes de tal linaje se remontan a algun punto del siglo XVIII, pues los Zenteno son de las primeras familias que llegaron desde España para asentarse en Huasca y trabajar junto con Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla.

Aquí, ellos se encargaban primeramente de transportar los minerales y metales preciosos que se extraían en las minas que el Conde tenía en Pachuca y en Mineral del Monte (el Real), así como de Omitlán y demás regiones de lo que hoy se conoce como Corredor de la Montaña.

A bordo de bestias, la familia Zenteno se encargó de transportar los materiales a través de la montaña hasta llegar a las haciendas de San Miguel o Santa María, donde se depositaban y resguardaban.

En ese sentido, “la familia Zenteno movía mucho la vida social y política de Huasca” durante un tiempo considerable del siglo XIX y luego de la muerte del Conde de Regla. Ellos fundaron entonces su casa en el centro del poblado, casi frente a la iglesia de San Juan Bautista:

“Estaba en la Plaza Ocampo, se decía que era una casa preciosa y de gran lujo, pues los espejos y los cuadros eran de oro puro. Desde siempre fue un punto muy conocido porque está en el portal principal, que era un lugar de paso para los arrieros que iban a alcanzar el tren a Apulco”, apuntó el cronista.

“Poco a poco varias personas fueron llevándose las riquezas de la casa porque vendían los cuadros, decían que se llevaban una parte para hacerle estudios y comprobar que sí era oro; por partes fueron llevándose todo”.

Fue una fábrica de sopa y un refugio para durante la Guerra Cristera

Con los años y la llegada de la modernidad a nuestro país, este sitio se convirtió en una fábrica de sopa, razón por la que se le llamó “la fidería” durante mucho tiempo. Luego se volvió una fábrica de gaseosas y también en la botica del pueblo, es decir, un establecimiento en donde se vendían y preparaban medicamentos de forma artesanal.

Sin embargo, otro de los puntos más álgidos llegó en la segunda mitad de la década de 1920, pues vivió los efectos de persecución que ocurrieron durante la llamada Guerra Cristera en nuestro país.

Como fruto del pensamiento anticlerical que derivó de la Revolución Mexicana tras el Porfiriato, el entonces presidente de México, Plutarco Elías Calles, emitió una modificación al Código Penal en el que se limitaban las manifestaciones religiosas con el fin de suprimir la influencia y poder de la Iglesia Católica en la vida pública de nuestro país.

Conocido como la “Ley Calles”, dicho documento provocó radicalismos en diversos estados, algunos en favor de la libertad de culto y otros tantos que condenaban todo tipo de expresión de fe.

Este suceso llevó a nuestro país a una persecución cristiana que se extendió por diferentes regiones, una de ellas Huasca. Dada la efervescencia católica que caracterizaba a la familia Zenteno, ofrecieron su domicilio para que fungiera como centro ceremonial clandestino, en el cual se celebraron misas de 1926 a 1929; según rumores extraoficiales, incluso se cavó un túnel que conecta la parroquia de San Juan y que lleva hasta la Casa Zenteno, un salvoconducto que resguardaba a los religiosos durante las épocas de adversidad. A mediados del siglo XX, la casa fue oficialmente cerrada.

Casa Zenteno, el hotel

Tiempo después y con menor reflector se fundó aquí la fábrica de tejas antes mencionada y también una tienda, aunque fue hasta tiempos recientes que recobró su relevancia luego de que los descendientes de la dinastía Zenteno se dispusieran a acondicionar y remodelar el sitio para así convertirla en un hotel tipo boutique.

Ofrecen hospedaje de lujo, con amenidades propias del turismo campirano y fácil acceso a los principales atractivos turísticos de la región.

Para llegar no hay pierde: basta con dirigirse al centro de la cabecera municipal y ubicar la Plaza Ocampo. Cualquier transeúnte podría indicar dónde está la Casa Zenteno, pero es fácil de encontrar porque está detrás de los portales principales y tiene un letrero con su nombre, hecho de madera tallada y que cuelga a vista de todos en este pasillo comercial.


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