Como cada 6 de agosto la iglesia católica celebra la Transfiguración del Señor, un acontecimiento en el que el rostro de Jesús cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas luego de orar en el monte Tabor con los apóstoles Juan, Pedro y Santiago; este hecho muestra la Gloria de la Resurrección, por lo que es de vital importancia para los feligreses.
La Resurrección de Jesús es un hecho que da por concluido el tiempo litúrgico de Semana Santa, demostrando que luego de ser crucificado, pudo subir al cielo, por lo que su Transfiguración, fue y sigue siendo, uno de los momentos más significativos para sus seguidores.
De acuerdo a información difundida por la revista Dese la Fe, este suceso ocurrió en el Monte Tabor, que en hebreo significa “El abrazo de Dios”, en el que Jesús subió a orar con los tres apóstoles antes mencionados, por lo que al cabo del encuentro su rostro y vestiduras cambiaron, mostrándose limpio ante sus ojos: “La apariencia transfigurada de Jesús nos lleva a pensar claramente en un estado glorioso; Jesús era mucho más de lo que a simple vista podían juzgar los hombres”.
La intervención más importante de este pasaje es cuando se manifestó una voz desde lo alto de las nubes, luego de que aparecieron Moisés y Elías y externaron a Jesús su preocupación por la muerte que les esperaba; esa voz era del Padre, quien les dijo: “este es mi hijo amado, escúchenlo”.
Por lo que este episodio, en el que los discípulos presenciaron la Transfiguración del Señor, muestra la Gloria de la Resurrección, por lo que el evangelio del domingo, “Levántense y no teman”, recordó a los feligreses la importancia de tener fe en el camino de la vida, así como en su momento Dios alentó a los apóstoles.