Aunque casi todos los católicos tenemos una en nuestro hogar y la lucimos en nuestros comedores cada mes de diciembre, en realidad poca gente conoce que las coronas de Adviento guardan su origen en antiguas tradiciones que surgieron hace siglos en Europa. Hoy en día, este signo de devoción sirve como principal instrumento para avivar la espera y preparación espiritual de cara a la Navidad.
Como mencionamos, tal tradición se remonta a los días antiguos en Europa, donde era costumbre que durante el invierno, las casas se llenaran de cirios pues la oscuridad caía más temprano. Y es que además, con esto se honraba al Sol, cuerpo celeste que aguardaban con ansias para verlo brillar nuevamente todas las mañanas y animarlo a “alzarse victorioso” durante el verano.
La anterior costumbre fue bien vista por los romanos, quienes casi inmediatamente vincularon la espera del Sol con la espera para la llegada de Jesucristo, hijo de Dios y anunciado por los profetas como el salvador de la humanidad.
Los años pasaron y para el siglo XVIII, ya era común en países como Alemania que las casas se adornaran con guirnaldas y hojas de pino en los tiempos decembrinos, antes de la Navidad, para que luego los católicos ligaran su uso con el tiempo de Adviento, que en esta religión marca los cuatro domingos previos al nacimiento de Cristo. Pese a que en muchos hogares el uso de coronas ya perdió por completo el enfoque religioso, vale la pena ahondar en el significado de cada uno de sus elementos.
Elementos de la corona de Adviento y su significado
- En primera instancia, la forma circular representa que Dios es eterno, sin principio ni fin, premisa que en teoría debería representar el amor que sentimos por el Creador.
- Luego tenemos las ramas verdes, cuyo color es el mismo que de la esperanza y la vida y nos recuerda que el anhelo más importante en nuestras vidas “debe ser reverdecer siempre, por la unión estrecha con Dios, nuestro Padre”, según explica el medio católico ACI Prensa.
- Sin embargo el elemento más particular de la corona son las velas, protagonistas del arreglo. Deben ser cuatro y simbolizan la “luz de la esperanza” que ilumina el universo y por ende a nuestros hogares, disipando poco a poco las tinieblas que se esfumarán por completo con el nacimiento de Jesús. Se encenderán una por una, en cada domingo de Adviento: tres son de color morado, mismas que se encienden en el primer, segundo y cuarto domingo. En el tercer domingo se enciende la de color rosa, “conocido como el domingo de Gaudete o ‘de la alegría’.
- Este domingo tiene un significado especial asociado a la conciencia del gozo creciente porque el Señor está cada vez más cerca.”
- Adicional suelen colocarse también manzanas rojas (que representan los frutos del Jardín del Edén), frutos secos color madera o incluso flores de nochebuena, que se fijan con un listón rojo que simboliza nuestro amor por Dios y el amor del Creador que nos envuelve.