La labor del sacerdote Josué Alvarado Hernández , quien se desempeñó por cuatro décadas, como párroco de la Catedral Metropolitana de Tulancingo, es reconocida en vida, este día con un homenaje, en el mismo lugar a las 13 horas, por parte de grupos corales de ese templo y para esta ocasión le compusieron un tema musical.
Nació el 22 de abril de 1940 en la ciudad de Pachuca, a los once años ingresó a la Escuela Apostólica, donde cursaban quinto y sexto grado de primaria aquellos que deseaban entrar al seminario.
Un año después entró al Seminario Menor, que se ubicaba en Metepec, Hidalgo donde permaneció cuatro años y posteriormente se fue al Seminario Mayor que estaba en Montezuma, Nuevo México, Estados Unidos de Norteamérica.
Por indicaciones del obispo Adalberto Almeida y Merino regresó a Tulancingo y una vez que llegó le informaron que sería enviado a Roma a estudiar, en octubre de 1956 y en 1963 concluyó sus estudios en el Colegio Pío Latino Americano; el rector notificó al obispo que el seminarista ya podía ordenarse allá, pero sus padres prefirieron lo hiciera en México, lo que sucedió el 15 de agosto de 1963.
En 1965 fue nombrado prefecto del Seminario Menor de Metepec, después fue vicario en la parroquia de Huauchinango, Puebla; en la década de los 70, fue designado vicario de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles.
El tres de septiembre de 1976, fue nombrado párroco de la Catedral de Tulancingo y puso especial cuidado en la restauración, conservación y preservación del templo sin dejar de lado su labor pastoral y logró la reconstrucción del órgano tubular, la construcción de la escalera que lleva al campanario y al coro así como el laminado del interior.
Por cuestiones de salud se retiró hace alrededor de cuatro años y este domingo diez de marzo, será objeto de un homenaje en la Catedral Metropolitana a las 13 horas, donde los coros le interpretarán un tema compuesto por sus integrantes.