En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se conmemora cada 10 de septiembre, la iglesia católica, difundió los mitos y realidades alrededor de esta práctica, recordó que existen muchas instituciones para prevenir e intervenir en estos temas, instó a orar por las personas que han intentado estos actos y recalcó que el suicidio es siempre moralmente inaceptable, al igual que el homicidio.
El suicidio se ha convertido en un problema de salud pública, por lo que la revista Desde la Fe compartió algunos argumentos equívocos o sin bases científicas acerca de las personas que deciden atentar contra su vida, entre ellos está que las personas que hablan sobre suicidio, no lo llevan a cabo, por lo que refirió que existe evidencia de que cada 10 personas que se suicidan, al menos 9 habían advertido de forma clara sus intenciones.
Por ello, externó que es erróneo decir que las personas que desean morir lo hacen solo para llamar la atención, por lo que mencionó que en realidad han sido personas a las que les han fallado sus mecanismos útiles de adaptación, “no encuentran alternativas, excepto el atentar contra su vida”.
Otro de los mitos que existe en torno a este problema es señalar que si la personas se hubiera querido matar, habría utilizado un método más efectivo, al respecto, la iglesia contó que por lo común este tipo de personas se encuentran en una situación de confusión, tanto con deseos de morir como de vivir, por lo que “la elección del método dependerá de la disponibilidad”.
Asimismo, explicó que a pesar de que las personas con enfermedades mentales se suicidan con mayor frecuencia que la población en general, no necesariamente se necesita tener algún trastorno para hacerlo, por lo que instó a los feligreses a estar atentos de sus seres queridos debido a que ese tipo de pensamientos deben atenderse de manera profesional e ir acompañados de la oración, la cual debe realizarse especialmente por quienes han intentado suicidarse y no encuentran paz; por quienes tienen miedo de pedir ayuda y por aquellos quienes han perdido a un ser querido por suicidio.
Los signos de alerta que la sociedad debe tomar en cuenta para prevenir el suicidio se basan en poner atención en cambios repentinos de carácter; en el abuso de alcohol o drogas; en los cambios de patrones de sueño; en el bajo rendimiento académico o laboral y en la ausencia de actividad física, así como trastornos alimenticios o aislamiento que no permita al ser querido querer salir de su dormitorio, con familia o amistades a realizar actividades que antes eran placenteras.