Estela Canales Jarillo, es una mujer indígena y es la única partera que sobrevive en el San Bartolo Tutotepec, quien dedicó 35 años de su vida a asistir a más de 2 mil mujeres a la hora del parto.
De su madre, la señora Guadalupe Jarillo Leyva aprendió a utilizar las hierbas, que se daban como remedios caseros para curar algunas enfermedades.
A pesar de que su madre no era partera, cuando alguien daba a luz, siempre estaba al tanto de las madres para amarrarle la cintura con una faja, de darle tés o bañarlas con hierbas después del parto.
El primer parto que asistió Doña Estela fue el de su hija primogénita Elia Canales, debido a que la partera vivía lejos, a casi a una hora de donde es nativa, de la comunidad de San Mateo, donde ayudó a parir a muchas mujeres.
La mujer de 78 años, asegura que no le daba miedo atender a las mujeres embarazadas, mucho menos cuando ya tenían los dolores.
Para acelerar el parto, Doña Estela les daba una taza de té de zoapatle, canela y ruda, cuando comenzaba la mamá con dolores y tenía muestra roja, “menos no”, de ahí llegaban a tardar hasta cinco horas para dar a luz.
“En aquel tiempo les ponía un lazo para que se ayudarán hacer fuerza, se hincaban y se colocaban de un lazo, cuando tenían dolor ellas hacían fuerza, esa técnica ayudaba para que naciera más fácil el bebé, los recibía, les cortaba el cordón umbilical y los envolvía en una sabanita o algunos trapitos”, recuerda.
“Ahora se tienen uno que esperar, todas las parteras que hay tienen que estar capacitadas y no pueden darle tés, los prohibieron, porque muchos no saben, pero lo que hacen es que la frecuencia cardiaca del bebé se acelere mucho y a la mamá se le sube mucho la presión”, advierte.
Lo más difícil de su profesión, señala es ayudar a las futuras madres que traían sentado al bebé o que venían de “patitas”, o cuando eran dos, “era los difíciles”, pero afirma que tenía mucho valor para atenderlos, ahora le da miedo.
Empezó cobrando 300 pesos por un parto y hasta los mil 500 pesos, pero incluía hospedar y alimentar a las madres 15 días antes y después del parto, porque la mayoría venían de comunidades alejadas de más de seis horas caminado.
La mamas que decidían tener su parto con Doña Estela tenían que venir a revisión con ella cada mes, para llevar un control, para sobarlas incluso ponerlas a gatear, sino difícilmente las podía ayudar a parir.
“Después de que la mamá daba a luz se le daba los baños con hierbas, para que sus huesos se fortalezcan, para que tenga mucha leche, que agarren color y se les quite lo adolorido”, señala.
Actualmente, dice que ya no es partera, desde hace 5 años, desde que entró el Seguro Popular, porque el servicio es gratis para las familias, aunque señala que ayuda a las madres acomodarles el bebé o a darles un análisis de su embarazo.
En San Bartolo, cuenta que las cuatro parteras que había, ya murieron, “ya nada más yo estoy quedando” y aunque ya no asiste a mujeres para un parto, actualmente es la única persona que cura de espanto, cura el chincual y ayuda a mujeres a embarazarse.