El noventa por ciento de las mujeres que se consideran feministas, han sufrido algún tipo de violencia, principalmente en sus hogares, razón suficiente para deconstruir y comenzar una nueva forma de vida; el feminismo no es sólo ir a marchas y gritar, es cuestionarte todo y romper con lo que no te permite avanzar.
Así lo hizo saber en entrevista para El Sol de Tulancingo, Morrigan Ojeda, líder del colectivo feminista Mujeres del Tule, colectivo más representativo de la ciudad, quien también mencionó que han visto una apertura por parte de la población Tulancinguense al tratar estos temas de género con más respeto y responsabilidad.
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Morrigan, recuerda que hace tres años que surgió este movimiento en Tulancingo, fueron satanizadas por la sociedad, pues romper con lo socialmente establecido y correctamente aceptado, siempre va a causar inquietud en la población.
“Lo cierto, es que todas el 90 por ciento de las que estamos acá es porque fuimos víctimas de violencia, unas más drásticas que las otras, pero todas son válidas”, dijo.
Hizo referencia a la importancia de dejar de normalizar la violencia entre las mujeres, niñas y niños del valle de Tulancingo, y conocer los tipos de violencia a los que se puede estar expuesta, pues mencionó que algunas de las mujeres creen que violencia es sólo golpes e insultos, pero esto va más allá; violencia económica, violencia laboral, violencia institucional, violencia psicológica, violencia física, violencia sexual, violencia simbólica.
Mencionó que ser feminista es perder amigos, familia, amores, conocidos y hasta trabajos, pues la sociedad, principalmente los hombres no suelen estar dispuestos a perder su poder sobre el “sexo débil”.
Así mismo, una situación más a la que suelen estar expuestas es al repudio por su forma de vestir o aspecto físico, pues al estar en contra del canon de belleza clásico, las personas suelen ofenderlas y menospreciarse, entrando el ciclo de la violencia psicológica, expuso.
“Los estereotipos si es algo que cuesta mucho romper, en realidad es una batalla interna, porque estamos tan acostumbrados a vestirnos para agradar a alguien externo, que cuando lo dejas de hacer, te cuestionas si vas por el camino correcto, más por los adjetivos calificativos tan hirientes con los que nos relacionan” externó.