Como un secuestrador que va entregando prendas o partes de tu cuerpo para demostrar a tu familia que sigues viva, es la analogía que Yadira hace con el cáncer de mama.
Al dar testimonio de su experiencia tras haber sido diagnosticada, Yadira expresó que es una enfermedad secuestradora que te va “mutilando” conforme avanza el tiempo: primero la mama, luego el cabello y así sucesivamente.
Recuerda que era un sábado por la tarde, mientras se preparaba para ver una película cuando descubrió “una bolita” en su mama; al siguiente lunes con miles de preguntas, en medio de llanto, incertidumbre, acudió a su primera cita médica, 10 días después sería diagnosticada con cáncer infiltrado en segunda etapa.
Sabiendo que es una enfermedad muy celosa qué no da oportunidad de pedir segundas opiniones, ni tocar puertas distintas, acudió a hospitales especializados en busca de atención inmediata.
Han pasado tres años, así como una cirugía, muchas mastografías aún sin tener mama, biopsias sin anestesia, quimioterapias, tratamiento permanente, desde aquel oscuro sábado, y ella reconoce que el secuestro que el cáncer le ha hecho “es al igual que todos: pide mucho dinero y llega un momento que no alcanza.
Y uno no sabe si la voy a librar, ni qué tan mutilada iba a quedar, porque en cada acción empeñaba partes de mi ser”. No obstante, con el apoyo de su esposo, sus hijas y si familia ha podido enfrentar y pasar por ese “pantano” en el que entre más caminaba, más se hundía.
La lucha continúa, pero ella confía en que de la mano de Dios saldrá avante, y tendrá fuerza para recorrer el camino que aún queda de cirugías para recuperar lo que la enfermedad secuestradora le ha quitado, “sigo luchando, sigo en estudios, sigo medicada, pero disfruto de una vida plena. Completamente”.