/ martes 10 de octubre de 2023

El Cine de Juárez, otro clásico de la memoria tulancinguense

Ubicado anteriormente sobre la avenida Juárez casi frente a la Iglesia de la Merced, en su momento fue uno de los complejos de exhibición fílmica en Tulancingo con mayor cantidad de butacas; la permanencia voluntaria era uno de sus estandartes

Aunque sin lugar a dudas el Cine del Centro es el más famoso de los cines que han existido en Tulancingo, gracias a sus años de permanencia y hasta por la leyenda que cuenta que cuando se llene por completo podría derrumbarse, existió otro complejo de exhibición fílmica en esta ciudad. Este lugar, famoso por su calidez, precio accesible y hasta por haber corrido en sus pantallas algunos títulos de cine para adultos, se encontraba discretamente sobre la avenida Juárez, entre las calles de Doria y Bravo.

Armado bajo un modelo híbrido que conjugaba lo tradicional y “antigüo” de los complejos cinematográficos en cuanto a su gran tamaño de salas, el Multicinemas de Juárez también mostraba tintes de modernidad con sus luces de neón y pisos brillosos; pósters luminosos adornaban sus pasillos y su lobby. Claros recuerdos de este viejo coloso de las películas tiene Ramiro Maldonado, tulancinguense de 44 años de edad y que casi la mitad de su vida ha trabajado como proyeccionista en cines de la región. Primero lo hizo en Multicinemas, donde se curtió y aprendió el noble oficio de la proyección en cinta de 35 milímetros; luego, cuando este cerró, se integró al entonces MMCinemas que más tarde pasó a llamarse Cinemex.

Ramiro platica que el de Juárez “contaba con tres salas, la primera era entrando hacia la izquierda. Tenía con una pantalla de unos 15 metros de largo por unos siete de alto, sonido 5.1 canales de audio, con 400 butacas, igual que la Sala 3, ubicada hacia el lado derecho, la misma medida de pantalla. Y en medio, la Sala 2, con 370 butacas. El cine lleno podía albergar a mil 170 personas”, señala con precisión el cácaro de Tulancingo.

Y es que gracias a su popularidad y a que todas las semanas repartían cupones en las escuelas de la región para que los niños y niñas fueran al cine con sus papás el fin de semana por la minima cantidad de 10 pesos por persona (algunas veces eran niños gratis), Ramiro recuerda cómo desde que llegaba el jueves de 2x1 había gran afluencia de visitantes. Aunque ahora ya no se acostumbra, en este cine había intermedios a la mitad de una función, momento en el que a veces llegaba público a mirar la película “ya empezada”.

“Se llenaban las salas como no tienes una idea. En ese tiempo se manejaba el intermedio y la permanencia voluntaria. Si tú llegabas justo antes o incluso después del intermedio, te podías quedar a ver el resto de la película, o toda la película, o si de plano querías quedarte a ver todo el día la película con un solo boleto se podía. Esto era porque únicamente se exhibían una película por cada una de las salas, así se manejaba en ese tiempo”, a diferencia de ahora, donde los complejos multiplex y la digitalización del celuloide permiten que se proyecten diferentes títulos en una sola sala.

Para un hombre como Ramiro, quien ha presenciado de primera mano esta evolución del arte técnico cinematográfico, le parece nostálgico recordar cómo eran las proyecciones en el cine de Juárez: “las reproducciones eran en cintas, llegaban las películas en unos recipientes metálicos que le llamábamos latas. Dependiendo la duración era la cantidad de latas (...) las películas que duraban dos horas o dos y media, venían en cinco o siete latas. Títulos como “El Aviador”, “Alejandro Magno” y “King Kong” duraban tres horas y venían en 12 latas por cada copia”

Sin embargo, entre los ciudadanos tulancinguenses también reposan múltiples recuerdos de estas salas de cine. Lorenia Lira, cronista municipal, compartió algunas de sus vivencias en este ya inexistente recinto:

“Ahí vi "El Exorcista", con mis compañeros de la prepa. Hicieron tanto relajo que nunca pude asustarme (...) Había en el lobby del cine una caseta telefónica y varios locales, a los que acudía también. El gerente de los cinemas fue durante años Jesús López, con quien mi familia se llevaba bien y que en ocasiones nos obsequiaba pases. Tantos recuerdos, en un solo lugar.”

En este cine también nació el Tulancingo Cine Festival, en 2005, evento que a la postre se convertiría en la Cineteca de esta ciudad y que por cierto, volverá a celebrarse en 2024. De entre los datos curiosos del cine de Juárez está la que parece haberse convertido en una leyenda urbana: en la década de los 90, en las noches, se exhibían películas de cine para adultos.

El paso del tiempo así como la llegada de los complejos multiplex a Tulancingo parecieron pasar factura a Multicinemas (después llamado Cinemagic), pues en 2007 cerró por vez primera sus puertas, bajo promesa a sus empleados de regresar en unos cuantos meses pues se alistaba una “remodelación”, misma que no ocurrió. Años después, en la década de los 2010, abrió nuevamente por un periodo de al menos tres años, aunque no logró mantenerse a flote. Actualmente, algunas piezas de su mobiliario pueden reconocerse en la Cineteca Tulancingo; mientras que el edificio, el cual permaneció abandonado por muchos años, fue intervenido hace algunos meses por un desarrollo privado que colocó un gran zaguán en donde antes se podían ver tres puertas de cristal con un sticker en forma de cinta de celuloide que adornaba el acceso, y, a través de ellas, un área de juegos donde esperaban los niños previo a su película.


Aunque sin lugar a dudas el Cine del Centro es el más famoso de los cines que han existido en Tulancingo, gracias a sus años de permanencia y hasta por la leyenda que cuenta que cuando se llene por completo podría derrumbarse, existió otro complejo de exhibición fílmica en esta ciudad. Este lugar, famoso por su calidez, precio accesible y hasta por haber corrido en sus pantallas algunos títulos de cine para adultos, se encontraba discretamente sobre la avenida Juárez, entre las calles de Doria y Bravo.

Armado bajo un modelo híbrido que conjugaba lo tradicional y “antigüo” de los complejos cinematográficos en cuanto a su gran tamaño de salas, el Multicinemas de Juárez también mostraba tintes de modernidad con sus luces de neón y pisos brillosos; pósters luminosos adornaban sus pasillos y su lobby. Claros recuerdos de este viejo coloso de las películas tiene Ramiro Maldonado, tulancinguense de 44 años de edad y que casi la mitad de su vida ha trabajado como proyeccionista en cines de la región. Primero lo hizo en Multicinemas, donde se curtió y aprendió el noble oficio de la proyección en cinta de 35 milímetros; luego, cuando este cerró, se integró al entonces MMCinemas que más tarde pasó a llamarse Cinemex.

Ramiro platica que el de Juárez “contaba con tres salas, la primera era entrando hacia la izquierda. Tenía con una pantalla de unos 15 metros de largo por unos siete de alto, sonido 5.1 canales de audio, con 400 butacas, igual que la Sala 3, ubicada hacia el lado derecho, la misma medida de pantalla. Y en medio, la Sala 2, con 370 butacas. El cine lleno podía albergar a mil 170 personas”, señala con precisión el cácaro de Tulancingo.

Y es que gracias a su popularidad y a que todas las semanas repartían cupones en las escuelas de la región para que los niños y niñas fueran al cine con sus papás el fin de semana por la minima cantidad de 10 pesos por persona (algunas veces eran niños gratis), Ramiro recuerda cómo desde que llegaba el jueves de 2x1 había gran afluencia de visitantes. Aunque ahora ya no se acostumbra, en este cine había intermedios a la mitad de una función, momento en el que a veces llegaba público a mirar la película “ya empezada”.

“Se llenaban las salas como no tienes una idea. En ese tiempo se manejaba el intermedio y la permanencia voluntaria. Si tú llegabas justo antes o incluso después del intermedio, te podías quedar a ver el resto de la película, o toda la película, o si de plano querías quedarte a ver todo el día la película con un solo boleto se podía. Esto era porque únicamente se exhibían una película por cada una de las salas, así se manejaba en ese tiempo”, a diferencia de ahora, donde los complejos multiplex y la digitalización del celuloide permiten que se proyecten diferentes títulos en una sola sala.

Para un hombre como Ramiro, quien ha presenciado de primera mano esta evolución del arte técnico cinematográfico, le parece nostálgico recordar cómo eran las proyecciones en el cine de Juárez: “las reproducciones eran en cintas, llegaban las películas en unos recipientes metálicos que le llamábamos latas. Dependiendo la duración era la cantidad de latas (...) las películas que duraban dos horas o dos y media, venían en cinco o siete latas. Títulos como “El Aviador”, “Alejandro Magno” y “King Kong” duraban tres horas y venían en 12 latas por cada copia”

Sin embargo, entre los ciudadanos tulancinguenses también reposan múltiples recuerdos de estas salas de cine. Lorenia Lira, cronista municipal, compartió algunas de sus vivencias en este ya inexistente recinto:

“Ahí vi "El Exorcista", con mis compañeros de la prepa. Hicieron tanto relajo que nunca pude asustarme (...) Había en el lobby del cine una caseta telefónica y varios locales, a los que acudía también. El gerente de los cinemas fue durante años Jesús López, con quien mi familia se llevaba bien y que en ocasiones nos obsequiaba pases. Tantos recuerdos, en un solo lugar.”

En este cine también nació el Tulancingo Cine Festival, en 2005, evento que a la postre se convertiría en la Cineteca de esta ciudad y que por cierto, volverá a celebrarse en 2024. De entre los datos curiosos del cine de Juárez está la que parece haberse convertido en una leyenda urbana: en la década de los 90, en las noches, se exhibían películas de cine para adultos.

El paso del tiempo así como la llegada de los complejos multiplex a Tulancingo parecieron pasar factura a Multicinemas (después llamado Cinemagic), pues en 2007 cerró por vez primera sus puertas, bajo promesa a sus empleados de regresar en unos cuantos meses pues se alistaba una “remodelación”, misma que no ocurrió. Años después, en la década de los 2010, abrió nuevamente por un periodo de al menos tres años, aunque no logró mantenerse a flote. Actualmente, algunas piezas de su mobiliario pueden reconocerse en la Cineteca Tulancingo; mientras que el edificio, el cual permaneció abandonado por muchos años, fue intervenido hace algunos meses por un desarrollo privado que colocó un gran zaguán en donde antes se podían ver tres puertas de cristal con un sticker en forma de cinta de celuloide que adornaba el acceso, y, a través de ellas, un área de juegos donde esperaban los niños previo a su película.


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