El museo del Ferrocarril es uno de los sitios más emblemáticos de Tulancingo por su belleza e historia sin embargo, el lugar cuenta con una peculiar leyenda.
Como todos los lugares antiguos, los cuartos que quedan de la antigua estación del ferrocarril son recorridas por un niño que, según cuenta la leyenda, puede verse unos instantes y después desaparece sin dejar rastro.
Aunque realmente no se sabe si es un niño o no, se le identifica así por su baja estatura más que por las facciones propias de la edad, aunque su historia trágica marcó el lugar al convertirse en una leyenda.
Aunque la historia en sí es incierta y no queda muy claro el origen de “en niño”, se sabe que pasaba mucho tiempo en la estación pues estaba fascinado con las grandes maquinarias que dieron paso al crecimiento de Tulancingo.
Sin embargo, se desconoce si estaba caminando o simplemente se quedó dormido en las vías del ferrocarril cuando uno pasó, arrebatándole la vida.
Aunque tanto fue su amor y admiración que aún después de la muerte, decidió quedarse por siempre en lo que hoy es el Museo del Ferrocarril.
Ahora este bello museo no solo alberga artículos históricos de Tulancingo y del ferrocarril per se, como imágenes y maquinaria, sino que también guarda el alma de un pobre desdichado que amó tanto la estación y los trenes que fueron la causa de su muerte.