El pasado 15 de diciembre iniciaron formalmente los comicios para renovar el Poder Legislativo federal en el periodo de gobierno presidencial de Andrés Manuel López Obrador, elección intermedia que históricamente ha sido reflejo de la aceptación o el rechazo hacia un Presidente de la República, al permitirle crecer o disminuir la representación de su partido en la Cámara baja del Congreso de la Unión, lo cual le facilita o dificulta aprobar reformas indispensables para su proyecto de gobierno.
El actual partido en el gobierno, Morena, no será la excepción, por lo que podría sumar a su presidente Andrés Manuel López Obrador a la lista de los Ejecutivos federales que perdieron curules en la segunda parte de su sexenio o, contrariamente, hacerlo la segunda excepción de este castigo en las urnas en los últimos 50 años de vida electoral del país.
En esas cinco décadas solo uno de los últimos ocho presidentes de México vio aumentar la representación de su partido político en la Cámara de Diputados en elecciones intermedias: Carlos Salinas de Gortari. El resto, de Luis Echeverría Álvarez hasta Enrique Peña Nieto, pasando por los panistas Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojoza, perdió representatividad de entre un 1.8 a 12.8 por ciento de curules en la Cámara Baja, según datos recabados en el Servicio de Información para la Estadística Parlamentaria del Poder Legislativo y Wikipedia.
LUIS ECHEVERRÍA BAJÓ 2.1 POR CIENTO
Luis Echeverría, presidente de la República de diciembre de 1970 a noviembre de 1976 y con quien inició la desestabilización del peso, gobernó acompañado de dos legislaturas, la XLVIII que inició con el sexenio, integrada por 212 curules, y la XLIX, compuesta por 232 integrantes.
En la primera su partido, el PRI, obtuvo en los comicios federales de 1970 un total de 178 de 212 legisladores, que representaba el 83.9 por ciento de la Cámara de Diputados. Esta cantidad se redujo con las elecciones intermedias de 1973 en la Legislatura de cierre, al obtener 190 de 232 escaños, que representaban el 81.8 de la Cámara baja del Congreso de la Unión. Disminuyó 2.1 por ciento esa representatividad.
JOSÉ LÓPEZ PORTILLO, MENOS 8.3 POR CIENTO
José López Portillo, quien dijo defender el peso como un perro y acabó nacionalizando la banca tras el boom petrolero, en su mandato presidencial de diciembre de 1976 a noviembre de 1982, convivió con la L y LI legislaturas. La primera tenía 196 diputados de mayoría relativa y 42 plurinominales, mientras que la segunda 300 y 100, respectivamente.
Inició su sexenio con 196 de 238 curules de la Cámara de Diputados, que representa el 82.3 por ciento, y tras las elecciones intermedias de 1979, disminuyó la representatividad de su partido, el PRI, a 74 por ciento de escaños, al ganar 296 de las 400 curules.
MIGUEL DE LA MADRID, MENOS 2.5 POR CIENTO
Miguel de la Madrid Hurtado, el de “la renovación moral”, inició su presidencia en diciembre de 1982 con la LII Legislatura y cerró su segunda parte de sexenio con la LIII Legislatura. De una a otra, su partido, el PRI, sufrió una reducción de la representatividad parlamentaria de 2.5 por ciento.
Inició con 299 de 400 diputados y después de la elección intermedia de 1985 perdió 10 curules, quedando con 289 de 400 legisladores de la Cámara de Diputados.
CARLOS SALINAS, LA EXCEPCIÓN
Carlos Salinas de Gortari, firmante del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Canadá y Estados Unidos y “villano favorito” del actual presidente Andrés Manuel López Obrador, es la excepción en este medio siglo de elecciones intermedias en las que el partido en el poder pierde representatividad a mitad del sexenio.
Su partido, el PRI, en la LIV Legislatura obtuvo el 52.4 por ciento de representatividad en la Cámara de Diputados, con 262 de 500 diputaciones, y con las elecciones intermedias de 1991 ganó 58 curules más para obtener 64 por ciento de diputados de la LV Legislatura, al contar con 320 de 500 escaños.
ERNESTO ZEDILLO, ADIÓS A LA MAYORÍA
Previo a lo que sería la alternancia partidista en la Presidencia, Ernesto Zedillo Ponce de León, el del “error de diciembre” que representó la que es calificada como la peor crisis económica de finales del siglo pasado, inició su periodo con una LVI Legislatura de mayoría priista, con 300 de 500 curules que representaban 60 por ciento del pleno.
Después de la elección intermedia de 1997, su partido, el PRI, perdió 61 escaños en la LVII Legislatura y por primera ocasión la mayoría simple en la Cámara de Diputados, al quedar con 239 curules, 47.8 por ciento del pleno. La oposición, en su conjunto, contaba con 261 legisladores, que representaba el 52.2 por ciento del total.
VICENTE FOX, MENOS 11.8 POR CIENTO
El primer presidente no priista del país, Vicente Fox Quezada, inició en diciembre de 2000 con 206 legisladores panistas de un total de 500 curules en la LVIII Legislatura, representando el 41.2 por ciento del pleno.
Después de las elecciones intermedias de 2003, el PAN redujo su bancada a 147 diputados (perdió 59) en la LIX Legislatura y pasó a representar el 29.4 por ciento del pleno en la Cámara de Diputados federal, lo que significó una pérdida de 11.8 por ciento de curules con que inició en 2000.
FELIPE CALDERÓN PERDIÓ 12.8 POR CIENTO
Felipe Calderón Hinojoza, el de la guerra contra el narcotráfico, comenzó en diciembre de 2006 con 206 panistas en la LX Legislatura, mismo número de diputados con que comenzó el sexenio de su antecesor Vicente Fox.
Luego de la elección intermedia de 2009, la fracción parlamentaria del PAN quedó en con 142 escaños (perdió 64) en la LXI Legislatura y representó el 28.4 por ciento de la Cámara de Diputados federal, que significó un decremento de 12.8 por ciento de representatividad, el mayor registrado en medio siglo para un partido en el poder.
ENRIQUE PEÑA NIETO, SÓLO 1.8 POR CIENTO
En 2012, cuando el PRI volvió a Los Pinos con Enrique Peña Nieto, el partido en el poder inició este sexenio con 214 de 500 curules en la LXII Legislatura, que le daban una representatividad de 42.8 por ciento.
Luego de las elecciones intermedias de 2009, la bancada priista mantuvo 202 escaños (perdió 12) y una representatividad de 40.4 por ciento del pleno de la LXIII Legislatura, sufriendo una reducción de su bancada de 1.8 por ciento, el menor porcentaje de pérdida de curules, en los últimos 50 años, para el partido en el poder.
AMLO, ¿OTRA EXCEPCIÓN?
El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien abandera la Cuarta Transformación y firmó la segunda era del TLC, hoy T-MEC, inició en diciembre de 2018 con su partido, Morena, ostentando 252 de 500 curules en la LXIV Legislatura, representatividad parlamentaria de 50.4 por ciento, cifra por encima de la obtenida en la segunda parte del sexenio de Ernesto Zedillo, y en los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Ahora Morena es el partido en el poder y a lo más que puede aspirar en las urnas el próximo seis de junio, es ganar las 211 de las 300 diputaciones de mayoría relativa, debido a la coalición Juntos Haremos Historia que pactó con PT y PVEM.
Conforme al convenio de coalición, de los 300 distritos electorales federales de mayoría relativa, esa alianza considera 151. De éstos, 62 le corresponden a Morena, partido que además postulará a candidatos propios en otras 149 demarcaciones federales. En total tendría 211 candidatos en la próxima campaña de diputados federales.
Del resultado que obtenga de la elección dependerá el número de diputados de representación proporcional que se le asignen a Morena, de los 200 que sobre la mesa se disputarán los partidos políticos que contiendan.
Al reto de Morena de no perder representatividad en el Congreso federal, le acompañan comicios locales: se elegirá gubernatura en 15 estados, diputaciones locales en 30 entidades y ayuntamientos en 29.
En las dos elecciones locales del año anterior en el país, Hidalgo y Coahuila, Morena no confirmó su presencia electoral de 2018.
Aquel año, en Hidalgo ganó 17 de 18 distritos locales electorales y los siete distritos federales electorales. El año anterior, de los 84 ayuntamientos hidalguenses, el partido del Presidente solo triunfó en seis con candidatos propios.
En tanto, en Coahuila no obtuvo el triunfo en ninguno de los 16 distritos locales electorales en disputa, volviendo el PRI al “carro completo”.