Hasta un 50 por ciento ha disminuido el sacrificio de ganado en el rastro de Tulancingo; de 80 reses que se procesaban diariamente hace una década, en 2019 se contabilizaban 50, y en este 2020, apenas 30 ó 35.
De los diez introductores que había, ahora, quedan solamente cinco, y, la cantidad fluctúa, y eso obedece no sólo al cierre de establos, sino igual a la Cuaresma, y a la contingencia sanitaria, dijo Mario Franco, titular del centro.
Los que todavía sacrifican su ganado en el Rastro de Tulancingo, son engordadores de Acatlán y la mayoría, la destinan a la Ciudad de México.
El director, reconoció que una de las principales causas del declive, es la introducción de carne de otras regiones de Hidalgo, en centros de abasto en Tulancingo, pero también cadenas de tiendas que expenden producto refrigerada.
El panorama es complicado para los introductores, dijo: “La economía es difícil para ellos; igual para los consumidores sumando el precio del kilo de carne de res que ahora se cotiza en 120 el kilo y en 80 el de puerco”, indicó el entrevistado.
Difícilmente, pudiera sucumbir, pero, la realidad es que apenas subsiste, mas aún, en estos tiempos, añadió.