La celebración del Día de los Fieles Difuntos, estuvo plagada de flores, colores y mucha tradición en los distintos municipios de la entidad hidalguense, en los que familias enteras visitaron los panteones con el fin de dar mantenimiento y un poco de vida a las tumbas de sus seres queridos fallecidos.
En ese sentido, las instalaciones del panteón municipal de Pachuca, dieron cita a miles de personas, quienes acompañadas de flores y distintas herramientas, daban limpieza a las lápidas, las llenaban de cariño y al ritmo de un buen son, recordaban el tránsito de sus difuntos por este mundo terrenal.
El ambiente reflejaba, como cada año, rostros desencajados, con lágrimas de tristeza o de alegría, con alguna sonrisa de resignación y con miradas profundas, pero todos convencidos de que las almas de los que se adelantaron, están en un mejor lugar.
La afluencia de gente en los mausoleos, rezando y conviviendo, refleja que a pesar del tiempo y de algunos cambios en la vida cotidiana, las tradiciones siguen latentes y llevadas con respeto: “Hay acciones que nunca debemos perder, el amor, la gratitud por los que se fueron y la cultura de nuestras comunidades”, expresó Don Eusebio Jiménez.
De igual modo, repleto de flores de cempasúchil lució el panteón municipal de Agua Blanca el cual fue abarrotado por familias completas; desde que se abrió el camposanto a las nueve horas, comenzaron a llegar hombres, mujeres y menores de edad, con cubetas, palas, picos y escobas para hacer la limpieza de las tumbas de sus seres queridos que dejaron el plano terrenal.
Algunas de las familias decidieron llegar temprano para honrar a sus muertos, quedarse un rato con ellos, platicar y revivir las tumbas con flores representativas al Día de los Fieles Difuntos; el cementerio se convirtió en un lugar de reencuentro y convivencia con familiares y amigos, en donde no faltaron las risas, abrazos, el llanto y la nostalgia.
Uno de los tantos visitantes fue Luis Fernández Reina, quien viajó junto con su esposa desde Magdalena de Kino, Sonora a visitar a sus seres queridos que descansan en el panteón municipal y adornar sus tumbas.
Recuerda que hace 20 años, cuando radicaba en el municipio, observaba el panteón en Día de Muertos saturado y ahora considera que se están perdiendo las tradiciones, “se ven pocas tumbas arregladas”.
Por su parte, habitantes de las comunidades aledañas a Acatlán, como Almoloya, Alcholoya y Metepec, acudieron como cada año al panteón de dicha localidad, espacio donde también se instala la tradicional Feria de Muertos y que congregó a al menos tres mil personas en el único día de celebración.
Contrario a lo que sucede en otros sitios, en Acatlán el festejo más grande es el día dos, por tal motivo es que desde el pasado 27 de octubre comenzaron a repartirse los lugares para interesados en poner puestos con flores, elotes, comida, dulces, pan o bebidas alcohólicas en la feria. Por primera vez en la historia, la coordinación y administración de la misma corrió a cargo de comités ciudadanos de la escuela primaria "Lázaro Cárdenas" y también del de agua potable, que destinarán las ganancias para subsanar necesidades de la comunidad.
En ese marco, desde temprano comenzaron a llegar grupos de personas caminando o en camionetas y carros cargando flores y garrafones de agua. Había también gente que llegaba con comida y palas para arreglar las tumbas de sus seres queridos en el camposanto. Pasado el mediodía, todas las lápidas ya estaban adornadas con flores de cempasúchil y algunas con cruces de madera recién embarnizadas, de las cuales colgaban motivos santificados que se vendían a las afueras del panteón.
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Al ritmo de mariachis o tríos huapangueros, hubo quienes recordaron a sus seres queridos con faenas colectivas; también, al mismo tiempo y al interior del cementerio, se celebró la misa con cientos de personas alrededor que escucharon la palabra de pie, cobijándose a la sombra de los árboles o de sombrillas.
Además, en una visita que este diario realizó en varios panteones de los municipios de San Salvador, Ixmiquilpan y Chilcuautla, se observó que existe una buena afluencia de las familias que asisten con escobas, cubetas de agua, floreros, flores de cempaxúchitl y garra de león, para limpiar y adornar la última morada de sus seres queridos.