ALTIPLANO DE HIDALGO.- Para Gregoria Castillo y Antonio Bárcenas, quienes están casados desde hace 45 años, la clave para que el amor perdure está en tener una excelente comunicación, ser conscientes de que los enojos no deben durar para siempre, pero sobre todo, dijeron, estar en las buenas, las malas y las regulares.
Se conocieron en los primeros días de 1973, en la colonia Roma de la Ciudad de México, algunas décadas atrás de que decidieran radicar en Hidalgo, Antonio se desempeñaba como gerente para una tienda de autoservicio y Goya, como prefiere llamarle, Toño, su esposo, era la jefa de cajeras.
“Por mi trabajo tenía que estar muchas veces en contacto con él, porque había que hacer reembolsos, aclarar precios, verificar productos y entonces pues diario le tenía que ver la cara. En unas de esas me agarraba la mano o me miraba muy fijo y pues me sonrojaba”, recordó Goya.
Pero fue varios meses después que Toño, decidió invitarla a salir.
“Antes uno se hacía novio de una mujer conquistándola, haciéndole varias invitaciones. La primera vez que salimos la invité al cine y después la llevé a cenar y así tuvimos varias salidas, casi por un año, y entonces le pedí que fuera mi novia”, aseveró don Toño.
Fue hasta 1975, que luego de tener una relación más cercana decidieron unir sus vidas en matrimonio, pero fue dos años más tarde en 1977, que tuvieron a su primer hijo.
“Los embarazos no fueron algo fácil para nosotros, tuve dos abortos para poder tener a mi hijo, por eso, cuando llegó nos dedicamos mucho a él y decidí dejar de trabar para poder dedicarme a mi familia”, aseveró la señora Goya.
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Explicó que justamente la procreación fue un tema que más que separarlos los unió, pero para ello dialogaron mucho y sobre todo hubo comprensión y amor.
Diez años más tarde en 1987, concibieron a su hija, de quienes actualmente tienen cuatro nietos, el menor de 13 años y el mayor de 21, de los cuales, tres son varones.