María Facunda López López, tiene 86 años de vida. Recuerda que empezó a los 13 a curar a la gente con hierbas a través de ungüentos. Es originaria de Tenango de Doria.
Ella dice que parecía que a esa edad jugaba a ser doctora, pero se lo tomaba en serio, sanaba a la familia con lo que ella dice “fue un don que Dios me dio, con él nací”.
“Me pedían que los sobara con hierbas como pericón, ruda, menta, alcanfor, hasta cebolla y ajo para desinflamar y sanaban”, narra una de las ya contadas curanderas que tiene el municipio ubicado en la zona Otomí-Tepehua.
Nunca se dedicó de lleno a esa actividad, en el sentido de que viviera de eso, precisa, “aunque lo practico hasta la fecha, pero nunca viví de ello”.
Ella, ofrecía sus costuras, sus camisas y blusas que bordaba con tenangos y ese era su sustento. "El don de curar era eso, un don, sin cobrar"
Vendía ceniza o cáscara de jonote que llevaba a la comunidad de San Pablito, entre otros productos.
Dice que de repente se le juntaba la gente. Su fama de sanar rebasaba fronteras y entonces comentaban en el pueblo: "la niña sabe curar, vayan rápido y verán que se componen"
Levantó a quienes se han caído, oa quienes tenían dolores que ni ella sabía cómo lo hacía, pero los sobaba con sus infusiones y todo listo.
En señal de agradecimiento recibía pollos, alimentos, frutos, lo que la gente que quisiera dar nunca puso una cuota, jamás pidió nada. Y no recibir la ayuda para muchos significa un desaire.
Una vez llegó una señora de muy lejos con su hijo, al niño lo operarían, pero confiaban en Facunda lo sanaría. Y así fue.
"Me di cuenta que estaba caído de la mollera, tenía tapada su garganta y fiebre, entonces hice la lucha de curarlo"
Ella les dijo a los padres: “No les cobraré nada, lo curaré sin compromiso, es una curada que lo voy a hacer y quedará bien. Y lo logró ”
La familia estaba muy agradecida así que pasaron aun más la voz que ella sanaba con sus ungüentos y sobadas. Lo que comenzó como un juego dentro de su familia, rebasó fronteras y gente de otros municipios la buscaba para aliviar sus dolores.
Doña Facunda tiene seis hijos, 28 nietos y 30 bisnietos, y sigue diciendo que es un don que le dio Dios: “Yo me enseñé con los niños a curar. A mi edad todavía tengo fuerza, no puedo decirle que no a la gente que confía en mi ”