/ lunes 1 de abril de 2024

Fe y esperanza, motor de los enfermos: Testimonio de la señora Refugio

Aquellos que tienen algún padecimiento, o son de edad avanzada, reciben aceite consagrado por el Arzobispo para fortalecer su espíritu

Con viva devoción y la fe a flor de piel, la señora Refugio Soto de 68 años y su esposo Saúl Tenorio, de 70 años y ambos de origen tulancinguense, esperan de la iglesia católica el milagro de la restauración de la salud del señor Tenorio, quien padece insuficiencia renal.

El matrimonio acudió a la Misa para la Unción de los Enfermos, que se celebra cada Semana Santa, llevada a cabo en la Catedral Metropolitana de Tulancingo, con la esperanza de recibir los óleos de los enfermos y el sacramento de la unción en el máximo centro religioso de la Ciudad de los Satélites.

Durante esta misa, los enfermos y sobretodo aquellos que padecen condiciones médicas que ponen en riesgo su vida, reciben aceite consagrado por el Arzobispo con el objetivo de fortalecer la esperanza en la persona enferma, a no desampararle y fortalecerlo ante el temor a la muerte y los padecimientos propios de la patología que lo aqueja.

De acuerdo con el Padre Juan Valentín Bautista, de la Catedral de Tulancingo, esta misa no es la única en la que los enfermos pueden recibir los óleos y el sacramento, sino que pueden pedirse para otra ocasión que también reúna a una buena cantidad de feligreses o de lo contrario, se puede pedir que acudan al domicilio del enfermo para que el sacerdote pueda darle el sacramento de la unción.

“Los santos óleos significan purificar su espíritu de uno, pero principalmente uno debe de creer que Dios está en cuerpo y alma, pues que está vivo, no está muerto, él viene curando a nosotros los enfermos, principalmente”, explicó Saúl Tenorio.

A pesar de utilizar una diálisis ambulatoria y un bastón rústico de madera que lo ayuda a caminar, Tenorio acude a la iglesia y con dificultad, se hinca de rodillas para orar.

La señora Soto cuenta que desde la infancia profesan la fe católica sin embargo, cuando recibieron el diagnóstico del señor Tenorio hace cuatro años, esto se intensificó y ahora, más que nunca se acercan a la iglesia.

“Estamos en oración, nos mantenemos firmes, sí ha sido difícil pero aquí estamos. Luego vengo a orar con mis familiares o en la casa a veces nos quedamos toda la noche”, dijo el señor Tenorio.

Por su parte, su esposa explicó que diariamente, para la sola comida de su esposo gastan 200 pesos, mismos que le dan sus hijos, ya que él no puede comer cualquier comida, pues su alimentación se compone en su mayoría por alimentos suaves pero sumamente nutritivos, como lo son las verduras, vegetales y otras proteínas de alta calidad como el pescado y el huevo.

A estos gastos se le suman los que hacen para trasladarse de las colonias altas de Tulancingo, específicamente la 2 de agosto que es en donde viven, hacia la Catedral Metropolitana cuando quieren tomar misa ya que la mayoría de las veces deben pagar taxi, que les cobra de 70 a 80 pesos por viaje.

“Mis hijos o mis familiares nos ayudan, nos dan dinero cuando necesitamos o nos regalan comida, pero hay muchas veces que no alcanza el dinero y pues hay que ver cómo le hacemos”, señaló.

A pesar de las dificultades propias de la edad, la insuficiencia renal del señor Tenorio y los escasos recursos con los que cuentan, el matrimonio no se desanima y por el contrario, la fe es su principal motor para mantenerse luchando y no perder los ánimos ante la situación que la pareja de adultos mayores enfrenta.


Con viva devoción y la fe a flor de piel, la señora Refugio Soto de 68 años y su esposo Saúl Tenorio, de 70 años y ambos de origen tulancinguense, esperan de la iglesia católica el milagro de la restauración de la salud del señor Tenorio, quien padece insuficiencia renal.

El matrimonio acudió a la Misa para la Unción de los Enfermos, que se celebra cada Semana Santa, llevada a cabo en la Catedral Metropolitana de Tulancingo, con la esperanza de recibir los óleos de los enfermos y el sacramento de la unción en el máximo centro religioso de la Ciudad de los Satélites.

Durante esta misa, los enfermos y sobretodo aquellos que padecen condiciones médicas que ponen en riesgo su vida, reciben aceite consagrado por el Arzobispo con el objetivo de fortalecer la esperanza en la persona enferma, a no desampararle y fortalecerlo ante el temor a la muerte y los padecimientos propios de la patología que lo aqueja.

De acuerdo con el Padre Juan Valentín Bautista, de la Catedral de Tulancingo, esta misa no es la única en la que los enfermos pueden recibir los óleos y el sacramento, sino que pueden pedirse para otra ocasión que también reúna a una buena cantidad de feligreses o de lo contrario, se puede pedir que acudan al domicilio del enfermo para que el sacerdote pueda darle el sacramento de la unción.

“Los santos óleos significan purificar su espíritu de uno, pero principalmente uno debe de creer que Dios está en cuerpo y alma, pues que está vivo, no está muerto, él viene curando a nosotros los enfermos, principalmente”, explicó Saúl Tenorio.

A pesar de utilizar una diálisis ambulatoria y un bastón rústico de madera que lo ayuda a caminar, Tenorio acude a la iglesia y con dificultad, se hinca de rodillas para orar.

La señora Soto cuenta que desde la infancia profesan la fe católica sin embargo, cuando recibieron el diagnóstico del señor Tenorio hace cuatro años, esto se intensificó y ahora, más que nunca se acercan a la iglesia.

“Estamos en oración, nos mantenemos firmes, sí ha sido difícil pero aquí estamos. Luego vengo a orar con mis familiares o en la casa a veces nos quedamos toda la noche”, dijo el señor Tenorio.

Por su parte, su esposa explicó que diariamente, para la sola comida de su esposo gastan 200 pesos, mismos que le dan sus hijos, ya que él no puede comer cualquier comida, pues su alimentación se compone en su mayoría por alimentos suaves pero sumamente nutritivos, como lo son las verduras, vegetales y otras proteínas de alta calidad como el pescado y el huevo.

A estos gastos se le suman los que hacen para trasladarse de las colonias altas de Tulancingo, específicamente la 2 de agosto que es en donde viven, hacia la Catedral Metropolitana cuando quieren tomar misa ya que la mayoría de las veces deben pagar taxi, que les cobra de 70 a 80 pesos por viaje.

“Mis hijos o mis familiares nos ayudan, nos dan dinero cuando necesitamos o nos regalan comida, pero hay muchas veces que no alcanza el dinero y pues hay que ver cómo le hacemos”, señaló.

A pesar de las dificultades propias de la edad, la insuficiencia renal del señor Tenorio y los escasos recursos con los que cuentan, el matrimonio no se desanima y por el contrario, la fe es su principal motor para mantenerse luchando y no perder los ánimos ante la situación que la pareja de adultos mayores enfrenta.


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