En el marco de la celebración a San Martín de Porres, realizada cada 3 de noviembre, se llevó a cabo al ritmo de huapango, una misa inculturada en la Parroquia que lleva su nombre en la calle Reforma 100 de la colonia Céspedes; los feligreses acudieron con gran devoción al recinto religioso con la finalidad de agradecer por los favores recibidos.
Con gran devoción y fe, antes de la celebración litúrgica, los feligreses colocaron en la entrada del recinto religioso una ofrenda dedicada a este santo que fue canonizado un 6 de mayo de 1962; la pastoral indígena prendió copal, realizó un círculo alrededor de la imagen de San Martín de Porres con tierra, flores, frutas, verduras y dirigió sus cantos hacia los cuatro puntos cardinales.
Por su parte, el sacerdote de dicho sitio, quien vestía sotana bordada de Tenangos, explicó cada uno de los elementos de las culturas indígenas como lo son las flores, las cuales son usadas comúnmente por los pueblos originarios en ceremonias y rituales; además, le fue entregado el bastón de mando, el cual simboliza la máxima autoridad espiritual.
Posteriormente, al ritmo de huapango, los feligreses entraron a la Parroquia y danzaron hasta el altar para ser partícipes de la homilía, la cual fue oficiada en otomí y en castellano; para la cultura indígena, la danza significa oración y es una conexión espiritual que realizan con la Madre Tierra.
San Martin de Porres, considerado patrono de la justicia social, nació en Perú el 9 de diciembre de 1569; fue hijo de un caballero español y de una esclava panameña, de acuerdo a información de la revista Desde la Fe, su padre no lo reconoció y por ser mulato, no tenía ningún privilegio, por lo que desde muy joven, además de aprender a curar con herbolaria, ejerció el oficio de barbero, convirtiéndose en fraile hasta 1606, cuando asumió votos de pobreza, castidad y obediencia.
La imagen de este santo trae consigo un rosario, un crucifijo y una escoba, la cual simboliza la humildad y representa el tiempo que pasó en el Convento antes de ser aceptado en la Orden de los Dominicos, en el cual hizo labores de limpieza y todo aquello que le solicitaran.