En 1868, el Honorable Ayuntamiento de Tulancingo, emitió un decreto en el que se autorizaba la extracción y explotación de material del Cerro del Tezontle.
Dentro del Archivo Municipal María Luisa Ross Landa, se encuentra en resguardo este documento que dice lo siguiente:
“El Honorable Ayuntamiento ha dispuesto que todo el que saque material del Cerro de Tezontle, ocurra desde el día 1° del próximo agosto a la Sria. por la licencia respectiva, en donde se le asignará lo que deba pagar ya sea en material o en dinero. Tulancingo de Bravo, julio 20 de 1868.”
El cerro, conocido por su distintivo tono rojizo debido al tezontle, una piedra volcánica, permitió el surgimiento de un asentamiento. Con una altura cercana a los 58 metros, se encuentra a poca distancia del centro de la Ciudad de los Satélites.
La extracción de tezontle dejó en el cerro cavidades que alguna vez sirvieron de refugio para personas de escasos recursos, aunque fueron desalojadas en 2023. Además, en la década de los 90, este lugar místico fue escenario de varios suicidios.
La explotación de este material generó un socavón que separó las colonias altas de Tulancingo. Por ello, a principios del siglo XX, el tulancinguense Manuel Méndez Morato donó parte de sus tierras para construir escaleras que conectan el centro del municipio con las colonias altas.
Manuel Méndez, un comerciante con una zapatería y carnicería en el mercado municipal, no era un hombre acaudalado, pero su amor por Tulancingo y su espíritu altruista lo llevaron a donar la zona de las escaleritas.
Ubicado en la parte oriental de Tulancingo, el cerro se eleva a dos 200 metros sobre el nivel del mar y se formó en la última etapa del Mesozoico, al final del Jurásico Cuaternario. Ha sido testigo de los primeros asentamientos en la región y sirvió como fortaleza durante la independencia y la revolución.
El 23 de mayo de 1812, 12 mil insurgentes bajo el mando de Osorno, Serrano, Beristaín, Anaya, Espinosa, Cañas, Villagrán y González, exigieron la rendición del coronel Piedras, que defendía la Plaza de Tulancingo. Al no obtener respuesta, atacaron durante seis días antes de retirarse. Utilizaron catapultas desde el cerro del Tezontle para controlar los movimientos del enemigo, aunque no lograron tomar la ciudad.
En 1915, se libró una batalla desde el cerro del Tezontle hacia el centro de Tulancingo, especialmente en la Catedral, que estaba ocupada por Carrancistas. Matías Méndez se opuso a ellos, iniciando el conflicto contra quienes controlaban la ciudad. Muchas personas han visto en el Cerro del Tezontle una vía de escape, arrojándose al vacío desde su punto más alto.
El cerro del Tezontle, un símbolo del municipio, ofrece una vista impresionante que incluye la cúpula de Nuestra Señora de los Ángeles y la Catedral Metropolitana, así como miles de casas, ejidos y la carretera México-Tuxpan.