/ miércoles 25 de octubre de 2023

Funerales en Tulancingo: tipo de servicio y costos

Con la intención de promover la cultura de la previsión en cuanto a gastos funerarios se refiere, una experta en el ramo cuenta cuál es el procedimiento a llevar a cabo cuando un ser querido fallece y más o menos cuánto es lo que hay que invertir 

En un amplio jardín con caminos empedrados y una mesa de campo que sirve de salita de espera, nos recibió la señora Bárbara Núñez, gerente de una conocida funeraria en la ciudad de Tulancingo. Con cinco años en este común pero intrigante negocio, ella asegura que jamás ha tenido miedo de trabajar como funeraria, pues al tratarse de un negocio familiar, la muerte se mira desde otro lente al existir tal cercanía con un proceso natural por el que cruzamos todos pero que paradójicamente sigue siendo un tabú pese a nuestra arraigada cultura que incluso celebra hasta en el más allá el hecho de estar muertos.

“Para allá vamos, lo único seguro que tenemos es eso, cuando nacemos nos recibe el doctor y cuando morimos, el funerario. Es un trabajo bonito y a la vez pesado, pero aquí ayudas mucho a la gente”, sentencia, previo a platicarnos y hacer hincapié reiteradamente en que lo más importante para aliviar no solo nuestros planes a futuro sino también nuestra cartera, es tener una sólida cultura de la previsión en estos temas. Y es que de lo contrario, la muerte nuestra o de algún ser querido implicará un desembolse de al menos 20 mil pesos, según las específicas necesidades o costumbres de la familia en cuestión.

Todo comienza con la elección de qué procedimiento va a despedirnos de este plano: si es por inhumación (sepultura) o si es por cremación, la que más recomienda la especialista, ya que no genera doble inversión de tiempo, dinero y trámites a futuro. Si elegimos la tradicional sepultura, el costo del ataúd oscila desde los 10 mil pesos (ya con servicio de velación, arreglos estéticos y traslados incluidos) y hasta los 50 mil pesos o más, dependiendo el material del que esté hecho el ataúd, tipo de madera, acabados, entre otros.

En caso de que la cremación sea la alternativa, esta casa funeraria (a diferencia de otras), presta el ataúd sin costo adicional, a fin de que pueda ser velado dignamente y visto por última vez. Ya que se aclara lo anterior, comienza el trabajo de los funerarios en lo referente a trámites ante las dependencias gubernamentales correspondientes:

“Hacemos aquí el proceso de embalsamado en caso de que así lo requiera. Hay gente que fallece por edad y no se requiere lastimar más el cuerpo con un embalsamado. Acompañamos luego en velación, luego el cortejo y se traslada directamente al panteón o crematorio (...) hay quienes son de otros estados e incluso países y nosotros nos encargamos también de esos trámites”

Sin embargo, para que este procedimiento sea ágil, es prudente tener una serie de documentos previamente ordenados, que en todos los casos serán el acta de nacimiento certificada y actualizada, CURP, identificación oficial, acta de matrimonio en caso de haber estado casado, acta de defunción del cónyuge en caso de viudez o bien, constancia de soltería si es que vivió en unión libre. Además, un certificado médico de la institución que los haya atendido en caso de haber fallecido por enfermedad y, finalmente, una credencial de identidad de la persona que esté a cargo del servicio.

“Nosotros debemos encargarnos de eso, para que las personas puedan vivir su duelo sin estar dando vueltas. Lo único que ellos deben checar es el panteón, porque debe quedar a su nombre”, abunda. Aquí es donde se agrega otro gasto, pues el permiso de inhumación en el Panteón San Miguel (uno de los más famosos de la región y también el más caro) cuesta 2 mil 500 pesos por siete años de uso y se paga ante el gobierno local, además de lo que se desembolsa directamente en el panteón para cavar, arreglar losetas, entre otros. En los demás camposantos de la zona, el costo de inhumación es de 550 pesos.

Considerando que en ocasiones no es posible velar en un domicilio, pues se suma la renta de una sala de velación por 4 mil pesos, que incluye cafetería, traslado en un autobús al centro funerario o al panteón; y el trámite del papeleo necesario ante la Presidencia municipal, por 500 pesos adicionales. En total, con el servicio de inhumación en San Miguel más las flores que no pueden faltar, la cuenta ronda casi los 20 mil pesos. Al tratarse de una suma considerable, Bárbara señala que una buena idea es adquirir un paquete de servicios funerarios por adelantado, pues “se paga comódamente hasta a 48 mensualidades, no es porque ‘pensemos en morir’, pero es pagarlo poco a poco y cuando se ocupe ya lo tenemos cubierto”

Con preparación en tanatología, psicología, entre otras disciplinas necesarias para comprender el fenómeno de la muerte así como los métodos para lidiar con el duelo ajeno, guiarlos y hasta platicar con los familiares que atraviesan momentos así, Bárbara aprovechó nuestra conversación para expresar que una de las cosas más importantes en esta profesión es tratar con dignidad siempre:

“Te queda la satisfacción de que ofreces un trato digno y respetable, es bien importante tratar con el respeto que se merece a un fallecido, porque es un ser querido para alguien. No me da miedo, es un proceso natural, el dinero va y viene, las cosas materiales van y vienen. Siempre he dicho que es mejor temerle a los vivos, porque son los que te dañan”


En un amplio jardín con caminos empedrados y una mesa de campo que sirve de salita de espera, nos recibió la señora Bárbara Núñez, gerente de una conocida funeraria en la ciudad de Tulancingo. Con cinco años en este común pero intrigante negocio, ella asegura que jamás ha tenido miedo de trabajar como funeraria, pues al tratarse de un negocio familiar, la muerte se mira desde otro lente al existir tal cercanía con un proceso natural por el que cruzamos todos pero que paradójicamente sigue siendo un tabú pese a nuestra arraigada cultura que incluso celebra hasta en el más allá el hecho de estar muertos.

“Para allá vamos, lo único seguro que tenemos es eso, cuando nacemos nos recibe el doctor y cuando morimos, el funerario. Es un trabajo bonito y a la vez pesado, pero aquí ayudas mucho a la gente”, sentencia, previo a platicarnos y hacer hincapié reiteradamente en que lo más importante para aliviar no solo nuestros planes a futuro sino también nuestra cartera, es tener una sólida cultura de la previsión en estos temas. Y es que de lo contrario, la muerte nuestra o de algún ser querido implicará un desembolse de al menos 20 mil pesos, según las específicas necesidades o costumbres de la familia en cuestión.

Todo comienza con la elección de qué procedimiento va a despedirnos de este plano: si es por inhumación (sepultura) o si es por cremación, la que más recomienda la especialista, ya que no genera doble inversión de tiempo, dinero y trámites a futuro. Si elegimos la tradicional sepultura, el costo del ataúd oscila desde los 10 mil pesos (ya con servicio de velación, arreglos estéticos y traslados incluidos) y hasta los 50 mil pesos o más, dependiendo el material del que esté hecho el ataúd, tipo de madera, acabados, entre otros.

En caso de que la cremación sea la alternativa, esta casa funeraria (a diferencia de otras), presta el ataúd sin costo adicional, a fin de que pueda ser velado dignamente y visto por última vez. Ya que se aclara lo anterior, comienza el trabajo de los funerarios en lo referente a trámites ante las dependencias gubernamentales correspondientes:

“Hacemos aquí el proceso de embalsamado en caso de que así lo requiera. Hay gente que fallece por edad y no se requiere lastimar más el cuerpo con un embalsamado. Acompañamos luego en velación, luego el cortejo y se traslada directamente al panteón o crematorio (...) hay quienes son de otros estados e incluso países y nosotros nos encargamos también de esos trámites”

Sin embargo, para que este procedimiento sea ágil, es prudente tener una serie de documentos previamente ordenados, que en todos los casos serán el acta de nacimiento certificada y actualizada, CURP, identificación oficial, acta de matrimonio en caso de haber estado casado, acta de defunción del cónyuge en caso de viudez o bien, constancia de soltería si es que vivió en unión libre. Además, un certificado médico de la institución que los haya atendido en caso de haber fallecido por enfermedad y, finalmente, una credencial de identidad de la persona que esté a cargo del servicio.

“Nosotros debemos encargarnos de eso, para que las personas puedan vivir su duelo sin estar dando vueltas. Lo único que ellos deben checar es el panteón, porque debe quedar a su nombre”, abunda. Aquí es donde se agrega otro gasto, pues el permiso de inhumación en el Panteón San Miguel (uno de los más famosos de la región y también el más caro) cuesta 2 mil 500 pesos por siete años de uso y se paga ante el gobierno local, además de lo que se desembolsa directamente en el panteón para cavar, arreglar losetas, entre otros. En los demás camposantos de la zona, el costo de inhumación es de 550 pesos.

Considerando que en ocasiones no es posible velar en un domicilio, pues se suma la renta de una sala de velación por 4 mil pesos, que incluye cafetería, traslado en un autobús al centro funerario o al panteón; y el trámite del papeleo necesario ante la Presidencia municipal, por 500 pesos adicionales. En total, con el servicio de inhumación en San Miguel más las flores que no pueden faltar, la cuenta ronda casi los 20 mil pesos. Al tratarse de una suma considerable, Bárbara señala que una buena idea es adquirir un paquete de servicios funerarios por adelantado, pues “se paga comódamente hasta a 48 mensualidades, no es porque ‘pensemos en morir’, pero es pagarlo poco a poco y cuando se ocupe ya lo tenemos cubierto”

Con preparación en tanatología, psicología, entre otras disciplinas necesarias para comprender el fenómeno de la muerte así como los métodos para lidiar con el duelo ajeno, guiarlos y hasta platicar con los familiares que atraviesan momentos así, Bárbara aprovechó nuestra conversación para expresar que una de las cosas más importantes en esta profesión es tratar con dignidad siempre:

“Te queda la satisfacción de que ofreces un trato digno y respetable, es bien importante tratar con el respeto que se merece a un fallecido, porque es un ser querido para alguien. No me da miedo, es un proceso natural, el dinero va y viene, las cosas materiales van y vienen. Siempre he dicho que es mejor temerle a los vivos, porque son los que te dañan”


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