Originarios de la localidad indígena de Santa Catarina en Acaxochitlán, Abraham Rojas Bartolo en compañía de su esposa, así como de su amigo Marcelino, se dedican desde hace 10 años a la venta de flores y hierbas curativas que se producen en Acaxochitlán, pero lo hacen desde uno de los recintos comerciales más importantes de la zona centro y hasta del país: ellos llevan la tradición y conocimiento ancestral de la herbolaria acaxochiteca náhuatl al Mercado de Sonora en la Ciudad de México.
También llamado “mercado de los brujos”, “mercado de los animales” y hasta “mercado negro” de México, este sitio tiene fama por los productos que se ofrecen. Además de animales exóticos, el Mercado de Sonora es conocido por vender artículos relacionados a la brujería, el ocultismo, a la chamanería, magia y herbolaria. Fundado en la década de los 50, se ubica al sureste del Centro Histórico de la Ciudad de México y hasta ha sido objeto de múltiples reportajes o documentales de medios internacionales.
Pues en este particular mercado es que Abraham, de 33 años de edad, mantiene vivo el oficio de más de 40 años que le heredó su padre. Ligado por supuesto a su linaje náhuatl y a la cosmovisión indígena que tanto caracteriza a Acaxochitlán, en Santa Catarina ellos cultivan una serie de flores y plantas cuyo único propósito es aprovechar los beneficios de la medicina tradicional. Por ende, ninguno de sus productos va ligados a la brujería, ni a la magia, ni al ocultismo. Son flores y hierbas con las que se puede curar.
“La mayor parte se produce en Acaxochitlán, traemos hinojo, azahar, tila, compuestos para aliviar males en riñones, o en vías urinarias, estrés, dolor de cabeza, nervios, insomnio, agotamiento”, por mencionar algunos. Las décadas de permanencia en este lugar han garantizado su popularidad entre transeúntes, pero también entre mayoristas. Abraham menciona que a su puesto llega gente de Mexicali, Querétaro, San Luis, Monterrey, Michoacán y Guanajuato, se ubican como “los de Hidalgo”.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. La vida de comerciante exige un estilo de vida estricto, con horarios exhaustivos y extensos. Abraham tiene que levantarse todos los días a las 04:30 horas de la madrugada, a fin de empezar a trabajar a las cinco de la mañana y prolongar su jornada hasta las seis y media o siete de la noche. Más de 12 horas está abierto “El Chaparrito Rojas”, diario, sin descanso y sin tregua.
“Yo estoy muy orgulloso de mis raíces, de lo que vendemos, de este comercio que aprendimos de mi papá. Es muy bonito llegar aquí y que ya te ubiquen, tenemos vecinos comerciantes con los que incluso podemos hablar en náhuatl (...) es un orgullo que se mantengan las tradiciones”, expresó con emoción Abraham.