Mientras que de 2012 a 2017 en el país los accidentes automovilísticos causaron 100 mil 101 fallecimientos y 737 mil personas lesionadas, conforme a datos del INEGI y el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (CONAPRA), con repercusiones económicas del orden de los 113 mil 740 millones de dólares, el Senado de la República prepara la iniciativa de Ley General de Seguridad Vial.
José Luis Guevara Muñoz, secretario de Movilidad y Transporte de Hidalgo (Semoth), explica que el objetivo principal es la protección de la vida, salud, seguridad e integridad física de las personas, siendo su aportación las propuestas de penalizar la conducción en estado de ebriedad, que por hoy es infracción, así como la conducción temeraria aun sin causar daños, al rebasar límites de velocidad establecidos.
“Estar al volante de cualquier vehículo, y más si es público”, afirma el funcionario, quien por otra parte explica que en Hidalgo 70 por ciento de la población tiene al transporte público como su principal medio para trasladarse a realizar sus actividades diarias.
“El asunto de la seguridad vial es de una magnitud y una relevancia tan importante que ya no puede postergarse más y debe abordarse con una visión de carácter nacional”, refiere.
“En muchos casos los sobrevivientes sufren huella para toda la vida, como pueden ser incapacidades permanentes o temporales”, comenta el titular de la Semoth, comparando luego los costos económicos de los accidentes viales con presupuestos invertidos en políticas públicas o ramos productivos del estado.
“Eso nos permite ver la magnitud del problema. No hablamos de una cuestión focalizada solo en ciertos estados o municipios, sino general. Sus repercusiones se reflejan en los estratos sociales, pero sí en cuanto a edades, donde los más involucrados son jóvenes con ingesta de alcohol y velocidad inmoderada.
“Pero también con cuestiones que parecieran no tan relevantes, pero que implican problemas serios, como el uso del celular”, expone, advirtiendo que si era riesgoso hablar por teléfono al conducir, ahora se suma leer y escribir mensajes de texto, una costumbre más peligrosa.