“El Pulque. La sabia del maguey”, exposición etnográfica del Instituto Nacional de Antropología e Historia (Centro INAH-Hidalgo), fue inaugurada ayer, en el exconvento de Epazoyucan.
El delegado Héctor Álvarez Santiago, señaló que el objetivo es comprender la forma de vida de la antiguamente llamada “industria pulquera”, desde el punto de vista de quienes pertenecen de manera natural a la misma, y quienes hoy al producir en bajas cantidades están exentos del pago de impuestos.
La colección sobre la noble bebida y la vital planta, explicó a su vez el curador de arte, José Vergara, tiene el apoyo de comunidades de Epazoyucan y Pachuca, de vecinos que conservan instrumentos como el acocote, el rallador de maguey, entre muchos otros.
El proyecto es hacerla itinerante a otras regiones de esta entidad, luego de que permanezca en tres salas del exconvento, durante 3 meses.
En el material se aprecia comportamiento y rituales de los pueblos sobre el maguey, planta que en las últimas décadas no ha sido tan apreciado como en el pasado, aunque dio sustento, bebida, vivienda e identidad, y con la minería es parte importante para el desarrollo del pueblo hidalguense, añadió el delegado del INAH.
Vergara explicó el reto de hablar del maguey y el pulque, desde la siembra de la planta, su etapa productiva, el proceso para producir agua miel, el traslado con el tlachiquero al tinacal, y sacar buen pulque y enviarlo a los centros de consumo (ciudades), en la vía pública o en pulquerías.
A su vez, Pablo Samperio Llano, heredero de productores desde hace 150 años, dijo en entrevista que elaboran unos 100 litros de pulque a diario, en la hacienda Tecuaco, y aseveró que ese negocio ha ido decayendo con los años, aunque hay terreno necesario para sembrar maguey.
“Muchos productores tenemos la esperanza de que con exposiciones como está, el pulque regrese como bebida artesanal y sagrada, para así producir más. Hoy lo hacemos por amor, por arraigo”.