En el panteón municipal de Pachuca hubo poca afluencia previo al Día de Muertos con algunos visitantes que adelantan su asistencia o arreglan las tumbas para la llegada de los fieles difuntos. Mientras que en el cementerio ejidal ubicado en San Antonio se requiere la cooperación anual a los usuarios.
Carlos Torres acudió al panteón para arreglar la tumba de su padre, aunque sus visitas son frecuentes sí planea acudir los primeros días de noviembre para poner su altarcito, ya que "a parte de que no ha muerto en el corazón, es una tradición y, a parte de tradición, es el amor que todavía le tiene uno al huesito". Recordó que desde los abuelos le enseñaron que "teníamos que venir a ver a los angelitos que estaban durmiendo" y, ayer acudió al cementerio municipal a dar "una arregladita a la tumba de mi señor padre... arreglando su techito".
En el caso de Fermín López dijo que acude dos veces por año en tiempo de difuntos y el diez de mayo. "Es lo que nos dejaron ellos, ir a ver a los difuntos año con año... yo seguiré viendo a mi jefecita hasta que Dios diga... Cuando vengo le digo: ya llegué, jefecita. Así le decía cuando vivía... Altar, claro que sí, año con año". Recordó que fue su madre quien le inculcó la costumbre de visitar a los difuntos: "'vamos a ver a tu papá', si quiera cada año ir a visitarlo, a veces nos acompañaban más hermanos, a veces no".