Escuchar por primera vez a Israel mientras trabaja puede ser hasta surreal: al principio todo parece una situación normal, un discurso o un protocolo con el modelo acostumbrado, la entonación adecuada, el estilo habitual. La magia sucede a continuación, cuando termina su intervención en español mexicano para comenzar otra versión del discurso pero ahora en náhuatl, la lengua de nuestros antepasados, llamado erróneamente dialecto cuando se trata de uno de los lenguajes más bellos y complejos que se han hablado en la Tierra.
Escuchar a Israel mientras abre la puerta dialéctica a sus paisanos, borrando la barrera del lenguaje en una tierra donde aún existe gran cantidad de hablantes de náhuatl con incluso dos variantes, es un fenómeno pocas veces visto (más bien escuchado), inédito hasta para la cosmovisión acaxochiteca. De 34 años de edad, Israel Rojas Bartolo nació en la comunidad indígena de Santa Catarina, hijo de don Florencio Rojas y doña María de la Luz Bartolo.
Él cuenta que el náhuatl fue su primera lengua, es decir, debe pensar náhuatl para después conversar en castellano. Por supuesto que esta suerte de analogía no hace justicia a lo que realmente ha de ocurrir en su cerebro, pues a diferencia de otros lenguajes como el inglés, francés o incluso el español, el náhuatl es una lengua aglutinante.
Lo anterior significa que se unen diferentes palabras para construir oraciones en una palabra de gran tamaño, dotando a esta expresión de un sentido literario y de significado mucho más profundo que una frase construida con diferentes estructuras.
Israel comentó en entrevista que debe su conocimiento en náhuatl gracias también a sus abuelos, don Martín y doña Catalina, con quienes vivió aproximadamente diez años y con quienes no hablaba en español. Sin embargo, las exigencias escolares lo llevaron a aprender y a desenvolverse en nuestro castellano, ya que en el colegio lo regañaba su maestro cuando platicaba con sus compañeros en náhuatl, pues al docente le molestaba "no entender lo que decían".
El paso del tiempo y el oficio comercial de sus padres lo orilló a comprender perfectamente el español, aunque jamás soltó su lengua madre. Poco a poco, encontró la que sería una de sus más grandes pasiones y vocaciones: comenzó a ejercer como maestro de ceremonias en Santa Catarina. Eventos políticos, clausuras escolares, bodas, bautizos, tres años, entre otras festividades, se volvieron su área de desarrollo y eje para que fluyera la inquietud de "¿Cómo sería si lo digo en náhuatl?"
"Al principio se me dificultaba, pero conforme a la práctica, se me fue dando. Ahorita ya es algo más práctico (sic) decirlo y más cuando ya lo traes en el corazón. Para mí es un orgullo, me siento identificado con mi gente linda de Acaxochitlán y otros lugares...gracias a Dios por esa sabiduría e inteligencia que nos dio", cuenta con amplio entusiasmo.
Con tres años de experiencia en este campo, Israel es ahora un puente simbólico entre dos mundos, el que mantiene vivo su origen y el que da testimonio de nuestra historia como mexicanos y también como mestizos. En sus palabras, seguirá ejerciendo esta labor "hasta que se acabe la garganta".
"Quiero mucho a mi pueblo de Santa Catarina, les digo estas palabras: nunca se avergüencen de hablar nuestra lengua en donde quiera que caminen", concluyó. Aunque para no faltar a la costumbre, también nos compartió las anteriores palabras en náhuatl, para que las entienda su gente:
"Nij Tlasotla Miyek No Altepe Santa Catarina, Na mech ilui inin tlatoli, Amo Kema ish Pinauaka Nan Tlatoske Tu Tlatol, Kane nin nenemike"