/ lunes 22 de julio de 2024

Joven acatlense gana presea nacional por su amor a México 

Rubí, la estudiante del Conalep plantel Tulancingo, es la primera joven en la historia de su escuela y en la historia de Hidalgo en obtener este reconocimiento, solo se entregan cinco medallas a nivel nacional cada año

Una de las preseas Bernardo Quintana Arrioja, premio del cual solo se entregan cinco cada año en todo el país, se quedó en Hidalgo y específicamente en Tulancingo, luego de que la joven Rubí Montserrat Bustamante Pérez, acatlense de 16 años de edad, se convirtió en la primera estudiante del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep) de esta ciudad en alzarse con la distinción, reconocimiento nacional que destaca valores civiles en alumnos del bachiller. Es además la primera hidalguense en acreditar este logro.

La Secretaría de Educación Pública federal (SEP) así como la Fundación de Apoyo a la Juventud, son las instituciones que otorgan que premian a los alumnos, en las categorías excelencia académica, valor, servicio, liderazgo y patriotismo, esta última. la que ganó Rubí. Con tal logro, no solo se convierte en la primera mujer en la historia de su plantel en alcanzar la distinción nacional, sino que se coloca en el podio a nivel país por su destacado amor y apego al espíritu patriota y nacionalista. Es, a palabras de las autoridades del plantel, “un hecho histórico” y “un orgullo no solo para Tulancingo, sino para todo el estado de Hidalgo”.

Estudiante del cuarto semestre de la carrera de Informática, es amante de la poesía en otomí, le gusta bordar tenangos y tejer palma, además ha participado en carreras atléticas y campeonatos de fútbol en la región otomí-tepehua del estado de Hidalgo.

“Amo a mi país, sus tradiciones, la riqueza cultural, pero me gusta también muchísimo la cultura de Hidalgo (...) me siento muy contenta y muy orgullosa por representar a mi institución, siempre tendré el orgullo de que pude obtener un logro para mi plantel. Soy orgullosamente Conalep y nunca cambiaría de país, no me gustaría irme a otro lugar”, así se presentó Rubí, mientras terminaba de confeccionar su esplendoroso penacho de plumas de pavo real y explicaba los elementos de su indumentaria. Un traje que recuerda a los que usaban los guerreros mexicas en tiempos antes de la Conquista, con dibujos a todos colores que enaltecen a Quetzalcoátl; conchas traídas desde Veracruz que vigilan el andar de sus pasos, así como una larga capa en tonos turquesa en el que reposa la Piedra del Sol.

En su piel lleva los glifos que evocan a la cultura maya, mientras su rostro expresa el espíritu de combate propio de los toltecas y mexicas, con un maquillaje hasta geométrico que así como su vestuario, ella diseñó e imaginó desde que tenía siete años de edad. Con esta apariencia, Rubí encontró la manera de rendir culto y recuperar el simbolismo de varias culturas mesoamericanas, misma que comparte en todas las convocatorias a carnavales, exposiciones y concursos. Desde hace casi 10 años, cuando decidió junto con su madre emprender tal vertiente folclórica, ha participado en al menos 30 concursos y torneos.

“Mi madre es costurera, entonces ella me ayuda mucho y me encanta que sea un trabajo conjunto, porque sé que todo está hecho con amor. Me gusta participar en cada convocatoria que sale, lo hago por representar a mi país y a mi estado”, abunda. Con una mirada que refleja el orgullo por su tierra, algo que denota cada que habla de su lugar de origen así como de los simbolismos que lleva en su traje, reconoce que aún no “se la cree”, pero manifiesta estar contenta por dejar la presea en su escuela, así como cuando los chicos ganan un torneo de fútbol o de basquet.

Mismo sentimiento, pero desde otra trinchera, expresa Mauricio Curiel Ahumada, director del Conalep Tulancingo, quien dijo que “este reconocimiento es con el ánimo de identificar el talento, patriotismo y excelencia de nuestros alumnos (...) Rubí ha estado trabajando desde pequeña, es una estudiante de alto rendimiento que siempre se preocupa por los demás y esta presea busca identificar esos genios y talentos que de una u otra forma van a inspirar a otras niñas y adolescentes a seguir mejorando”

Refrendó que la distinción “es histórica” para el plantel Tulancingo, aunque también representa un compromiso, acotó el director, para “seguir impulsando la educación, la cultura”.

Ganar esta medalla, más allá de crecer “el amor y devoción” que Rubí siente por México, le hizo pensar y plantearse el rumbo que ha de seguir su carrera personal y profesional: a un año de terminar la preparatoria, todo apunta a que el amor a su nación evolucionará a uno de los máximos grados posibles, quiere ser estudiante militar de enfermería.

“El lema (del Colegio Militar) es todo por la patria, pues eso, es dar todo por mi patria y pertenecer a un cuerpo élite de mi país”, concluye.


Una de las preseas Bernardo Quintana Arrioja, premio del cual solo se entregan cinco cada año en todo el país, se quedó en Hidalgo y específicamente en Tulancingo, luego de que la joven Rubí Montserrat Bustamante Pérez, acatlense de 16 años de edad, se convirtió en la primera estudiante del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep) de esta ciudad en alzarse con la distinción, reconocimiento nacional que destaca valores civiles en alumnos del bachiller. Es además la primera hidalguense en acreditar este logro.

La Secretaría de Educación Pública federal (SEP) así como la Fundación de Apoyo a la Juventud, son las instituciones que otorgan que premian a los alumnos, en las categorías excelencia académica, valor, servicio, liderazgo y patriotismo, esta última. la que ganó Rubí. Con tal logro, no solo se convierte en la primera mujer en la historia de su plantel en alcanzar la distinción nacional, sino que se coloca en el podio a nivel país por su destacado amor y apego al espíritu patriota y nacionalista. Es, a palabras de las autoridades del plantel, “un hecho histórico” y “un orgullo no solo para Tulancingo, sino para todo el estado de Hidalgo”.

Estudiante del cuarto semestre de la carrera de Informática, es amante de la poesía en otomí, le gusta bordar tenangos y tejer palma, además ha participado en carreras atléticas y campeonatos de fútbol en la región otomí-tepehua del estado de Hidalgo.

“Amo a mi país, sus tradiciones, la riqueza cultural, pero me gusta también muchísimo la cultura de Hidalgo (...) me siento muy contenta y muy orgullosa por representar a mi institución, siempre tendré el orgullo de que pude obtener un logro para mi plantel. Soy orgullosamente Conalep y nunca cambiaría de país, no me gustaría irme a otro lugar”, así se presentó Rubí, mientras terminaba de confeccionar su esplendoroso penacho de plumas de pavo real y explicaba los elementos de su indumentaria. Un traje que recuerda a los que usaban los guerreros mexicas en tiempos antes de la Conquista, con dibujos a todos colores que enaltecen a Quetzalcoátl; conchas traídas desde Veracruz que vigilan el andar de sus pasos, así como una larga capa en tonos turquesa en el que reposa la Piedra del Sol.

En su piel lleva los glifos que evocan a la cultura maya, mientras su rostro expresa el espíritu de combate propio de los toltecas y mexicas, con un maquillaje hasta geométrico que así como su vestuario, ella diseñó e imaginó desde que tenía siete años de edad. Con esta apariencia, Rubí encontró la manera de rendir culto y recuperar el simbolismo de varias culturas mesoamericanas, misma que comparte en todas las convocatorias a carnavales, exposiciones y concursos. Desde hace casi 10 años, cuando decidió junto con su madre emprender tal vertiente folclórica, ha participado en al menos 30 concursos y torneos.

“Mi madre es costurera, entonces ella me ayuda mucho y me encanta que sea un trabajo conjunto, porque sé que todo está hecho con amor. Me gusta participar en cada convocatoria que sale, lo hago por representar a mi país y a mi estado”, abunda. Con una mirada que refleja el orgullo por su tierra, algo que denota cada que habla de su lugar de origen así como de los simbolismos que lleva en su traje, reconoce que aún no “se la cree”, pero manifiesta estar contenta por dejar la presea en su escuela, así como cuando los chicos ganan un torneo de fútbol o de basquet.

Mismo sentimiento, pero desde otra trinchera, expresa Mauricio Curiel Ahumada, director del Conalep Tulancingo, quien dijo que “este reconocimiento es con el ánimo de identificar el talento, patriotismo y excelencia de nuestros alumnos (...) Rubí ha estado trabajando desde pequeña, es una estudiante de alto rendimiento que siempre se preocupa por los demás y esta presea busca identificar esos genios y talentos que de una u otra forma van a inspirar a otras niñas y adolescentes a seguir mejorando”

Refrendó que la distinción “es histórica” para el plantel Tulancingo, aunque también representa un compromiso, acotó el director, para “seguir impulsando la educación, la cultura”.

Ganar esta medalla, más allá de crecer “el amor y devoción” que Rubí siente por México, le hizo pensar y plantearse el rumbo que ha de seguir su carrera personal y profesional: a un año de terminar la preparatoria, todo apunta a que el amor a su nación evolucionará a uno de los máximos grados posibles, quiere ser estudiante militar de enfermería.

“El lema (del Colegio Militar) es todo por la patria, pues eso, es dar todo por mi patria y pertenecer a un cuerpo élite de mi país”, concluye.


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