TULA DE ALLENDE, Hgo.- “Bendito sea Dios que salimos a tiempo, pero no nos dio chance de sacar nada. Nos salimos a las 9:30 de la noche. En segundos el agua alcanzó unos 60 centímetros. Nos comentan que en 15 minutos el agua rebasaba ya el metro. A las 10 de la noche ya alcanzó el metro y medio de altura dentro de las casas”.
Así comenzaron a narrar Laura Lerma Chávez y su hija Debora Itzel Anaya Lerma, vecinas de la colonia Dengui, cómo lograron ponerse a salvo durante el desbordamiento del río Tula, ocurrido un mes atrás.
Dengui, fue la primera colonia que se inundó la noche del seis de septiembre. Fue la advertencia de lo que ocurriría horas más tarde en otras ocho comunidades de Tula.
“Me decía ¡vámonos! ¡Vámonos! Y cuando salgo, ¡Madre de Dios! Ya no se veía nada, nada. Di la vuelta, pero mi hijo me jaló para salir aprisa. Me sacó. En serio, a nadie se lo deseo. Después lo vi en video. ¡Qué barbaridad! Nunca en los 24 años que tengo viviendo aquí, nunca había visto una inundación así, aquí. Porque del otro lado del puente si se inunda, pero no aquí. Y hasta hacía curva el río y se llevó árboles y se cuarteó el terreno” dijo.
Toda la familia logró salir pese a la fuerte corriente, comentó Debora Anaya, quien insiste en que es la primera ocasión que su terreno se inunda.
Como su casa se inundó casi hasta el techo y quedó cubierta de lodo, no han podido limpiarla. Pero además temen se registre un nuevo desbordamiento, así que los Anaya rescataron algunas pertenencias y se mudaron a un cobertizo donde habían instalado su negocio de venta de comida de barbacoa, a orilla de la banqueta del libramiento carretero.
Acondicionaron el sitio con cartones y madera para hacerlo un poco más grande, a fin de dar cabida a los cinco adultos y un menor. Utilizaron parte de la banqueta y con lonas taparon los costados y el techado, para aislarse de las inclemencias del mal clima.
Al hacer el recuento de los daños lo resumen en una frase: “perdido todo”. Sobre los apoyos recibidos, dicen que les han dado despensas, algo de ropa y aunque en un principio hubo disposición de apoyarles a hacer limpieza del terreno de siembra, pero las máquinas no pudieron ingresar porque quedó muy fangoso.
Les prometieron que irían a sanitizar, pero siguen esperando que ese trabajo se haga, porque ya empieza a haber moscos y huele feo. Y aseguran que les han ido a hacer censos de la colonia y el municipio, pero no les ha llegado ayuda como tal.
Las Anaya dicen que confían que recibirán algún apoyo porque además de sus casas y pertenencias, perdieron su fuente de trabajo Y aprovecharon la oportunidad para pedir se les ayude también para poder darles de comer a cinco perros, tres gatos y una decena de pollitos.