Las tortas son el alimento predilecto para quienes llevan apuro y necesitan un alimento práctico pero llenador; en Tulancingo esta practicidad se funde con el tradicional sabor e ingredientes de la región, prueba de ello son las tortas de La Luz Roja.
Actualmente se ubican en el primer cuadro de la colonia Centro, sobre Independencia y aunque sus especialidades son principalmente las de carnes frías, milanesa, pollo y chuleta, las más vendidas son las que se preparan con mayor rapidez como las tortas de jamón, queso de puerco, pastel de pollo, queso blanco y queso amarillo.
Los inicios de la tortería La Luz Roja en Tulancingo
Actualmente, La Luz Roja se encuentra bajo la administración de la segunda generación familiar y aunque el establecimiento como lo conocemos hoy en día fue fundado en 1945, en realidad su historia es más antigua.
La primera sucursal de La Luz Roja se fundó en 1910 por el señor Eduardo Ortiz contra esquina de donde actualmente se encuentran, es decir, donde se ubica la fábrica San Luis. Años más tarde, el dueño original traspasó el inmueble al señor Pacheco Sandoval y a su esposa Ester Medina de Pacheco.
En un inicio, era una tienda de abarrotes y posteriormente los nuevos dueños comenzaron a vender tortas que eran hechas con ingredientes básicos; conforme los años pasaban cada vez introducían más alimentos según su introducción al mercado como enlatados y la milanesa, siendo el local tienda y lonchería a la vez.
Años después, en 1965 se abrió una tienda más grande y surtida, pero manteniendo la vendimia de alimentos sin embargo, 10 años después los dueños tomaron la decisión de separar los locales.
Sabor y calidad que conquistan paladares
Esta separación fue el parteaguas para lo que hoy conocemos como La Luz Roja, pues a partir de 1975 se ubican sobre Independencia y desde ese entonces, mantienen la calidad y el sabor que ha conquistado a miles de tulancinguenses y vistantes.
Poco a poco, la tortería fue ampliando su espacio hasta brindar hoy en día un espacio para que los comensales puedan degustar sus alimentos y a su vez, admirar las fotografías que adornan sus paredes pues abarcan a Tulancingo en distintas etapas de su historia y las diversas transformaciones urbanas que ha sufrido la ciudad de los satélites.