La Pasión de Cristo en Tulancingo, fue diferente a otros años; el arzobispo Domingo Díaz Martínez, presidió la vía dolorosa al interior de la Catedral Metropolitana, y en cada una de las 14 estaciones, además de hablar sobre los pasajes bíblicos, reflexionó sobre lo que sucede en el mundo: pobreza, desigualdad, violencia, feminicidios, enfermedad, desaparecidos, egoísmo, trata de personas, niños explotados, entre otros problemas que aquejan a la humanidad; flagelos que deben terminarse.
“En nuestro México hay miles y miles de desaparecidos; y miles en tumbas clandestinas. Parece que todo terminó para ellos pero no es así, los desaparecidos aparecerán en el reino de los cielos y los que los desaparecieron si no reparan el daño desaparecerán del reino de los cielos”
Agregó: “Nuestro país está atrapado en las garras de la violencia. Las muertes se cuentan por montones cada día. Es muy doloroso el Feminicidio. El hombre solo piensa para sí mismo; busca sus intereses propios. Si dejáramos llegar a nuestro corazón la salvación de Cristo, el mundo cambiaría radicalmente”
El viacrucis es un ejercicio piadoso, que ayuda, dijo, a recorrer con Cristo su camino, por ello es que reflexionó, enfatizando en rescatar los valores tanto en el seno del hogar como en la sociedad.
La jornada inició a las 8:00 de la mañana de este Viernes Santo en el interior de la sede metropolitana de Catedral, transmitiendo el recorrido vía su red social de la Arquidiócesis.
Alabanzas fueron cantadas dentro de este recinto, a puerta cerrada, como parte de las medidas tomadas ante la contingencia que vive el país.
Los Misterios Dolorosos de Jesús, hoy, se vivieron con diferente en comparación a otros años, sin embargo, con gran fervor y rezando porque la pandemia termine.