EL ARENAL, Hgo.- Existen dos gigantes monolitos que han sido los eternos vigilantes del Valle del Mezquital: Los Frailes, cuenta la leyenda debajo de ellos hay un tesoro inexplorable.
Se ubican en San Jerónimo. Tiene más de una historia contada por la gente de estas dos figuras rocosas que, en 1803, el sabio alemán Alejandro de Humbold calculó que miden 2 mil 896 metros de alto sobre el nivel del mar.
De voz en voz ha corrido el supuesto origen de Los Frailes: “la leyenda que me platicaron mis padres, mis abuelos, dice que en el siglo XVI, cuando se construyó el convento agustino de Actopan, hubo una sequía muy intensa”.
Los frailes necesitaban agua para el entonces convento de San Nicolás Tolentino. Se organizaron por binas para explorar los distintos puntos de la región, incluso, recurrieron a un sistema tradicional que es el uso de una vara sujetada por una persona especializada en esa arte que le indica el sitio.
Dos de los frailes jóvenes caminaron hacia el Este de Actopan, rumbo a San Jerónimo, El Arenal.
En el camino encontraron a dos pastorcitas. Ellos pensaron en cometer el pecado y la mala intención contra el cuerpo de ellas, sin embargo, fueron frustradas las malas intenciones por ellas al huir tan a prisa que les permitió ponerse a salvo, detalló el cronista del municipio designado a su cargo hace cuatro años.
Aquel día la noche aún no caía y “el cielo comenzó a oscurecer, de tal manera que se generó un torrencial aguacero, pero como dice el dicho: después de la tempestad viene la calma, y todo quedó en paz, tranquilidad”.
A la mañana del siguiente día, “aparecieron las figuras rocosas de dos frailes que se encuentran en oración, hincados, como pidiendo perdón por lo sucedido. Entre los lugareños se les conoce también como los ‘Frailes Encantados’”.
El cronista Gustavo Medina mencionó la aparición de un conejo que atestiguó los hechos, este animalito al igual que los frailes, quedó encantado. Se encuentra en la parte trasera de la comunidad de San Jerónimo. Esa es otra de las leyendas que rodean a Los Frailes.
Entre pláticas de lugareños, denotan lo sucedido como un castigo divino, dijo Gustavo Medina.
“También nos cuentan los viejos que más abajo de estos monolitos existe una iglesia pequeña que al paso del tiempo ha quedado tapada por una losa que cubre la entrada, sin embargo, hubo quien encontró la puerta, la retiró. Dicen que estando adentro con más personas, quedó maravillado de la riqueza en objetos de oro guardados, desde una corona, un cáliz, candelabros y mucho, mucho más. Recogieron cuanto pudieron, pero a la hora de su partida, jamás encontraron la salida hasta una vez que dejan los objetos tomados”, narró.
Para llegar a Los Frailes puede realizarse por San José Tepenene. Obtuvo el nombre de San José por el Santo Patrono y Tepenene significa muñeco de piedra debido a su traducción en Hñahñu.
Esto platican personas, tanto las más antiguas como los de ahora. Don Gustavo Medina espera que prevalezcan en el futuro al considerar estas leyendas como un legado.
Adelantó que esta leyenda de Los Frailes será parte de una monografía junto con otras más del Estado impulsado por el cronista del estado Juan Manuel Menes Llaguno.