Con firme determinación y bajo la máscara y capa de uno de los mayores íconos de México, el niño Mateo, de apenas seis años de edad, decreta y sabe que ha de convertirse en luchador, así como lo fueron dos de sus más grandes inspiraciones, ambos leyendas del pancracio mexicano: el acróbata Místico; y el hijo tulancinguense, El Santo, Enmascarado de Plata.
El pequeño niño llegó desde Xalapa, Veracruz, para ser invitado especial del evento homenaje a El Santo por su 40 aniversario luctuoso, con sede en el Museo del Ferrocarril de Tulancingo. Acompañado de su familia y principalmente por su madre, Laura, Mateo porta orgullosamente su máscara, pues cabe mencionar que no se la quitó en ningún momento de las casi dos horas que duró la diligencia, por supuesto robando miradas y siendo el protagonista de cualquier cantidad de fotografías.
Y es que su afición va mucho más allá de la admiración, toda vez que ya comenzó a entrenar lucha libre de forma más profesional, pues todo parece indicar que el proyecto de convertirse en un amo del pancracio, va en serio.
“A él siempre le gustaron las luchas desde que empezó a jugar con su abuelito, lo llevaba a la lucha libre. De hecho, hace un año pidió que su fiesta de cumpleaños fuera con temática de El Santo, precisamente. Ha estado entrenando, ya lleva un año practicando lucha y su fanatismo lo ha llevado a muchas arenas en Ciudad de México, Puebla, se está empapando de todos los luchadores”, contó Laura con pleno entusiasmo.
También conversamos con Mateo, quien manifiesta que su abuelito le enseñó este deporte cuando “luchaban” los dos en un pequeño ring, pero que también le dijo que “esto no era real”. Sin embargo, “cuando entré vi que sí eran duros los golpes”. El joven peleador confiesa, además, que ya sabe cuál será su mote cuando tenga que elegir un manto propio para construir su senda. Se llamará El Rayador, en honor a otro de sus grandes ídolos: el legendario Rayo de Jalisco.