/ lunes 18 de diciembre de 2023

Mercado Juárez de Tulancingo: el más antiguo detrás del tule

Con una tradición comercial en esta región que data desde hace miles de años, el que se llamó primeramente Pampillón cambió luego su nombre a Benito Juárez, a inicios del siglo XX

Gritos y anuncios de comerciantes se vuelven la banda sonora dominical para la gran mayoría de tulancinguenses: que sí “cecina de Villa Juárez” o el clásico “pásele marchantita”, “señito” o “güera”, son solo algunas de las expresiones que se escuchan por los apretados pasillos de uno de nuestros mercados, llamado “Benito Juárez” en honor al Benemérito de las Américas pero que también se conoció en el pasado como “Mercado de la Fruta” o “Pampillón”. Consolidado a finales del siglo XIX, este desarrollo fue el primer intento por regular el comercio en la naciente ciudad, en un momento donde el tianguis de los jueves ya estaba más que asentado.

Como es bien sabido, Tulancingo es desde hace miles de años uno de los pilares comerciales más importantes que ha habido en México. Desde antes de la llegada de los españoles, se sabía de la existencia de un enorme tianguis operado por los toltecas, probablemente similar al que frecuentaban los mexicas en Tlatelolco. Luego, con el avance de la Conquista, conocemos que la tradición comercial fue evolucionando a tal punto que en los siglos XVII y XVIII se instalaron grandes fábricas textiles que poco a poco dieron forma a otro de los signos de identidad no solo de Tulancingo, sino de municipios del Valle como Cuautepec o Santiago.

Tantos años de comercio se mantienen vivos hoy en día con el tradicional Tianguis de los Jueves, aunque según relata Lorenia Lira, hubo un momento en que su magnitud fue tal, que urgía regular el comercio de una u otra manera para que no se extralimitara con los terrenos, por ejemplo, de la Catedral Metropolitana. Así lo cuenta Lorenia Lira, cronista municipal de Tulancingo:

“En la Colonia, el tianguis se instalaba alrededor de la Catedral. A finales del siglo XIX había crecido tanto que comenzaba a ser un problema y con la separación de bienes de la Iglesia, buena parte de los terrenos de Catedral se convirtieron en lo que hoy es el Mercado Municipal y posteriormente el Juárez, sin embargo, el jueves siguió instalándose el tianguis entre los dos mercados.

Incluso era abastecido por el tranvía de mulas que salía de la Estación del Ferrocarril Hidalgo y seguía toda la calle de Porfirio Díaz (hoy Primero de Mayo) y daba vuelta en Morelos”, cuenta.

Fueron estas ganas de desahogar un poco la parte central del entonces poblado tulancinguense las que orillaron al presidente municipal Don José Fernández, en 1870, a trasladar a los comerciantes desde los terrenos donde hoy se erige el Monumento a Benito Juárez, a la Plazuela del Conde (pues ahí estaba la casa de los Condes del Valle de Orizaba) que se ubicaba en las calles de 21 de Marzo, entre Hidalgo y Primero de Mayo; aunque anteriormente tenían el nombre de Eco, Acuario e Iturbide.

Aunque sobre estos terrenos nació luego el Mercado Municipal “Gilberto Gómez Carbajal”, existe la hipótesis de que parte de estos comerciantes se asentaron en lo que conocemos hoy como el mercado Juárez, llamado así en 1906 para rendir homenaje por el centenario del nacimiento de don Benito. Pese a que son dos desarrollos comerciales distintos, ambos mercados conforman una red comercial que se extiende por varias manzanas del centro de la ciudad, pues se conectan entre sí al cruzar la calle de Hidalgo y también con el Pasaje López, que nace en la Fernando Soto; y con la Fayuca, cuya entrada principal está a un costado de la Catedral en la calle de Colegio Militar.


Gritos y anuncios de comerciantes se vuelven la banda sonora dominical para la gran mayoría de tulancinguenses: que sí “cecina de Villa Juárez” o el clásico “pásele marchantita”, “señito” o “güera”, son solo algunas de las expresiones que se escuchan por los apretados pasillos de uno de nuestros mercados, llamado “Benito Juárez” en honor al Benemérito de las Américas pero que también se conoció en el pasado como “Mercado de la Fruta” o “Pampillón”. Consolidado a finales del siglo XIX, este desarrollo fue el primer intento por regular el comercio en la naciente ciudad, en un momento donde el tianguis de los jueves ya estaba más que asentado.

Como es bien sabido, Tulancingo es desde hace miles de años uno de los pilares comerciales más importantes que ha habido en México. Desde antes de la llegada de los españoles, se sabía de la existencia de un enorme tianguis operado por los toltecas, probablemente similar al que frecuentaban los mexicas en Tlatelolco. Luego, con el avance de la Conquista, conocemos que la tradición comercial fue evolucionando a tal punto que en los siglos XVII y XVIII se instalaron grandes fábricas textiles que poco a poco dieron forma a otro de los signos de identidad no solo de Tulancingo, sino de municipios del Valle como Cuautepec o Santiago.

Tantos años de comercio se mantienen vivos hoy en día con el tradicional Tianguis de los Jueves, aunque según relata Lorenia Lira, hubo un momento en que su magnitud fue tal, que urgía regular el comercio de una u otra manera para que no se extralimitara con los terrenos, por ejemplo, de la Catedral Metropolitana. Así lo cuenta Lorenia Lira, cronista municipal de Tulancingo:

“En la Colonia, el tianguis se instalaba alrededor de la Catedral. A finales del siglo XIX había crecido tanto que comenzaba a ser un problema y con la separación de bienes de la Iglesia, buena parte de los terrenos de Catedral se convirtieron en lo que hoy es el Mercado Municipal y posteriormente el Juárez, sin embargo, el jueves siguió instalándose el tianguis entre los dos mercados.

Incluso era abastecido por el tranvía de mulas que salía de la Estación del Ferrocarril Hidalgo y seguía toda la calle de Porfirio Díaz (hoy Primero de Mayo) y daba vuelta en Morelos”, cuenta.

Fueron estas ganas de desahogar un poco la parte central del entonces poblado tulancinguense las que orillaron al presidente municipal Don José Fernández, en 1870, a trasladar a los comerciantes desde los terrenos donde hoy se erige el Monumento a Benito Juárez, a la Plazuela del Conde (pues ahí estaba la casa de los Condes del Valle de Orizaba) que se ubicaba en las calles de 21 de Marzo, entre Hidalgo y Primero de Mayo; aunque anteriormente tenían el nombre de Eco, Acuario e Iturbide.

Aunque sobre estos terrenos nació luego el Mercado Municipal “Gilberto Gómez Carbajal”, existe la hipótesis de que parte de estos comerciantes se asentaron en lo que conocemos hoy como el mercado Juárez, llamado así en 1906 para rendir homenaje por el centenario del nacimiento de don Benito. Pese a que son dos desarrollos comerciales distintos, ambos mercados conforman una red comercial que se extiende por varias manzanas del centro de la ciudad, pues se conectan entre sí al cruzar la calle de Hidalgo y también con el Pasaje López, que nace en la Fernando Soto; y con la Fayuca, cuya entrada principal está a un costado de la Catedral en la calle de Colegio Militar.


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